Una década en el bolsillo

Si hace 10 años alguien me hubiese contado todo lo que harían los teléfonos en el futuro, probablemente hubiese soltado una carcajada de incredulidad y le hubiese dicho "claro, claro..., cuéntame más", en tono burlón. Probablemente es lo que hubiesen hecho muchos...

Es que si creíamos que la tecnología había avanzado rápido cuando vimos llegar la alta definición, los laptops cada vez más delgados o los drones, el mundo de la telefonía es el que nos ha tocado más de cerca y a todos por igual, porque en algún momento indefinido el celular se volvió una necesidad, prácticamente una parte más de nuestro cuerpo. Se nos pueden quedar las llaves e, incluso, la billetera, pero el teléfono... ¡Imposible!

En las primeras ediciones de MT MAG. en 2009, la tecnología móvil todavía era una novedad para la mayoría. Cada aplicación nueva, la compatibilidad de los teléfonos con otros electrodomésticos e incluso con los autos. Todo era prácticamente ciencia ficción. Y aunque no nos hayamos dado cuenta, el teléfono que en estos momentos está a nuestro lado (o desde el que está leyendo esta nota), ha cambiado enormemente.

Primero se vio en el diseño, más específicamente con los botones. De un teclado completo luego solo quedaron unos pocos, y hoy solo hay teclas de encendido/apagado y para controlar el volumen. Las claves numéricas, huellas digitales y lectores biométricos se convirtieron en los nuevos candados, y las pantallas crecieron hasta romper los límites y ocupar una cara completa del teléfono.

Sí, los aparatos cambiaron, pero en el proceso nosotros también lo hicimos...

Una década atrás, el mercado de los teléfonos inteligentes se repartía entre Apple y Android, con otros actores asomando tímidamente en los rankings de ventas, y aunque la polarización era clara, todos disfrutaron por igual cuando llegó WhatsApp (2010).

Hasta entonces, la comunicación era enviando correos, usando Messenger, Gtalk o simples mensajes de texto, y esta aplicación gratuita vino a cambiar definitivamente el juego, pues en lugar de utilizar minutos, ahora lo que importaba era el bendito plan de datos que, además, nos daba acceso a internet desde cualquier lugar.

Cuando descubrimos que no era necesario estar detrás de un computador para trabajar, y el 3G y el Wi-Fi nos quitaron los cables, todo comenzó a hacerse más móvil, mucho más sencillo en términos de aparatos, y también más fluido en cuanto al movimiento de la información.

Cualquier café con una bonita vista se convirtió en un potencial lugar de reunión, y compartir la conexión a internet del teléfono con el computador nos permitió trabajar incluso desde un parque. Si es bueno o malo, esa es una discusión que dejaremos para otra oportunidad, pero de que es útil, sí que lo es.

Si antes teníamos que estar sentados frente a un computador para hacer cualquier trabajo, tarea o investigación, los smartphones llegaron para liberar a las almas que no soportaban estar en el mismo lugar encerradas por ocho horas al día.

La movilidad que ofrece el smartphone y su conectividad inalámbrica abrieron las puertas a un mundo donde se puede hacer prácticamente de todo, desde cualquier lugar del mundo, y solo utilizando un dispositivo que cabe en la mano.

La apertura de las tiendas de aplicaciones en 2008 no fue tan bullada como el momento en que, un par de años más tarde, todo comenzó a tener su propia app. ¿Quieres hacer una transferencia bancaria? ¿Reservar un hotel? ¿Arrendar un auto? ¿Saber el precio del dólar? Hay una app para eso y para muchas otras cosas.

Con la llegada de las aplicaciones también cambiaron los hábitos. Ya prácticamente nadie baja música al dispositivo, ya que servicios como Spotify y Deezer permiten reproducir música sin necesidad de comprarla, e incluso se ofrecen gratis si estás dispuesto a escuchar uno que otro anuncio entre tus canciones favoritas.

Como era de suponer, el hecho de que ya no fuera necesario "poseer" la música en formato físico trajo el consecuente descalabro de la industria disquera. Se venden cada vez menos CD y ahora todo se enfoca en una experiencia mucho más coleccionista, con vinilos y ediciones especiales limitadas. Ahora, los artistas buscan darles una razón a las personas para comprar su mercadería y, lo mejor de todo, muchos volvieron a hacer giras al ver que su popularidad en el mundo del streaming disminuía.

De correr a buscar snacks en los comerciales a poner pausa y elegir qué ver y dónde. El streaming de series y películas también reconfiguró una industria. Si bien en Chile no conocimos Neftlix hasta 2011, no tardó mucho en popularizarse, primero ofreciendo contenido variado, luego produciendo sus propias series y películas, con las que, incluso, ha logrado hacer ruido en los premios de la academia. HBO Go, Disney +, Hulu, Amazon Prime Video...

Hoy la TV a la carta se ha popularizado de manera tal que muchos expertos en cultura pop creen que los domingos de Game of Thrones pasarán a la historia como el último gran evento masivo de la televisión abierta mundial.

¿Pero por qué conformarnos con ver la televisión si podemos hacerla? Facebook y YouTube ya nos permitían subir videos y ser reconocidos desde hace varios años, pero en 2010 y 2011 llegaron Instagram y Snapchat a subirnos el ego y permitirnos contarle al mundo lo que habíamos almorzado, en qué lugar estábamos y nuestras bellas zapatillas nuevas, todo con el lindo Lo-Fi (filtro de Instagram).

Con estas plataformas sociales nació una nueva forma de compartir contenido en vertical, además de nuevos formatos para crear contenido. Las "stories" de Snapchat e Instagram, que se borran en 24 horas, son el canal perfecto para comunicarse con una audiencia específica sin ser invasivo.

El dominio de la información fue pasando de los estudiosos, a los medios y luego a los creadores de contenidos independientes o influencers. Ahora, la misma gente es la protagonista de internet, con memes, videos y fotos que no han sido editados y que nos hacen sentir mucho más cerca de quienes no conocemos.

El futuro de la tecnología móvil está a la vuelta de la esquina, con teléfonos cada vez más poderosos (algunos incluso más que un computador), cámaras con mayor definición y más aplicaciones para satisfacer nuestras necesidades. Pero si hay algo que lo cambiará todo será el 5G.

Se espera que este nuevo tipo de transmisión de la información permita mucho más que subir nuestros videos de gatitos de manera más veloz.

Según las proyecciones de las compañías de telefonía y grandes fabricantes, el 5G nos permitirá ver transmisiones en vivo en alta definición y sin desfases, además de ser la puerta de entrada para el esperado "internet de las cosas", donde nuestro teléfono estará conectado a una red global a la que también accederán nuestro smartwatch, el asistente de voz, el auto, semáforos, edificios y un largo etcétera.

Se dice que con el 5G llegaría la autonomía a los autos y mayores opciones de personalizar nuestra experiencia online. Mirando desde aquí, no es poco lo que se ha avanzado en esta década...MT