¿De qué huyen los migrantes?

Immigrants from Guatemala and Cuba seeking (42342875)
Inmigrantes de Guatemala y Cuba que buscan asilo en Estados Unidos, espran el jueves en el Puente Internacional de Matamoros, México.

Oportunidades económicas y la posibilidad de reencontrarse con sus familiares que están en Estados Unidos son algunas de las razones por las que año a año miles de centroamericanos dejan sus países. Otros escapan de la inestabilidad política y problemas internos, que golpean el Triángulo del Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador).


Han pasado 10 meses desde que Alicia, una madre mexicana de 39 años, fue deportada de Estados Unidos. El 29 de agosto de 2016, después de vivir más de 15 años como indocumentada en ese país, junto a su esposo José (43) y su hijo Atham (14) -ambos ciudadanos estadounidenses- se le prohibió volver tras presentarse en la oficina de migración de Ciudad Juárez. Pese a que obtuvo un certificado de perdón, firmado por el expresidente Barack Obama, la administración de Donald Trump se lo revocó.

"Cuando era menor de edad, en 1996, me fui de un día para otro a terminar la secundaria a Estados Unidos. Mientras estudiaba y después de la graduación iba y venía constantemente a México, a ver a mi familia", contó Alicia a La Tercera. Sin embargo, en uno de esos tantos trayectos la policía migratoria le quitó su pasaporte, pero tras casarse con José en Sonora, México, decidió cruzar ilegalmente de vuelta a Tucson en búsqueda de mejores oportunidades para su familia. "Me dediqué todo el tiempo a cuidar a mi hijo, que nació un año después de que regresamos a Estados Unidos, y luego de que mi marido se convirtió en ciudadano, decidimos formalizar mis papeles, porque yo tenía un castigo por 10 años desde que me habían quitado los documentos", explicó.

Como Ana, son miles los inmigrantes que año a año llegan clandestinamente a Estados Unidos con la esperanza de una mejor vida u oportunidades para ayudar a sus familiares. Un estudio del Pew Research, reveló que el número de inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras que viajan a Estados Unidos, aumentó en un 25% de 2007 a 2015, en contraste con un crecimiento más moderado de la población general extranjera y una disminución de los mexicanos. De acuerdo con el informe, unos 115.000 inmigrantes del Triángulo del Norte llegaron a Estados Unidos en 2014, es decir, casi el doble de los 60.000 que ingresaron tres años antes.

Para Michelle Mittelstadt, del Migration Policy Institute, la razón de lo anterior responde a una combinación de factores. "En América Central, las altas tasas de homicidios y delincuencia, la violencia de pandillas, la inestabilidad y la pobreza endémica que caracterizan la vida en El Salvador, Guatemala y Honduras están impulsando las salidas", señaló a La Tercera y agregó que "la gran mayoría de esos migrantes se dirige a EE.UU., que es un destino atractivo debido a la oportunidad económica, la reunificación con familiares que ya se encuentran ahí, y las perspectivas generales de un mejor bienestar".

Laura Carlsen, por su parte, del Center for International Policy, señaló que el deterioro de las condiciones en los países del Triángulo del Norte, como el golpe de Estado en Honduras en 2009 y la implementación incompleta de los acuerdos de paz, fomentaron la violencia y el crimen organizado. Además, creció el contexto de gobiernos corruptos y la falta de justicia. "Por el lado económico, se profundizó la desigualdad especialmente con rasgos discriminatorios contra indígenas, campesinos y mujeres", indicó a La Tercera.

La sensación que tienen los ciudadanos estadounidenses sobre casos como los de Ana y otros indocumentados que llegan al país, también juega un rol importante en la actual crisis migratoria.

Según Bianca Renee, dueña de casa de Texas, activista y vicepresidenta de "Latinos por Trump", las reformas y los cambios presentados por el mandatario republicano son totalmente justificados.

"Estoy de acuerdo con la política de inmigración de Trump para proteger a nuestra nación: construyendo un muro, terminando la migración en cadena, uniendo a los niños con los padres en la frontera y reforzando el programa para incrementar la patrulla fronteriza", comentó.

Ana cuenta los días para volver a ver a su hijo y a su esposo. Dentro de tres meses tendrá una nueva audiencia, la que a ratos le brinda esperanzas. "Mi único error fue haber cruzado de ilegal, pero yo tenía el perdón y todo en orden para que me regularan mi situación. Pero hubo un trato muy racista, me dijeron que no era candidata a recibir la residencia. Fue frustrante y devastador. Tomaron una decisión sobre mi vida y mi futuro. Ahora estoy en México y no puedo regresar a mi casa".

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