Juan Manuel Santos: "El acuerdo de paz redujo la violencia en Colombia y no está en riesgo"

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El Presidente Juan Manuel Santos durante un evento con vecinos en La Palma, Cundinamarca, en enero pasado.

En esta entrevista con La Tercera, el mandatario dice que espera que Iván Duque "construya sobre lo construido". Santos dejará la Presidencia el 7 de agosto y adelanta que se dedicará a la docencia.


A Juan Manuel Santos lo de "nadie es profeta en su tierra" le calza bien. A ojos del mundo y en especial en América Latina, el Presidente colombiano es visto como el hombre que selló la paz con la guerrilla de las FARC tras cinco décadas de conflicto armado que provocaron más de 220 mil muertos. Pero en Colombia el mandatario es criticado por "la letra chica" del acuerdo debido a la supuesta impunidad de los exguerrilleros, pese al Nobel de la Paz que se le otorgó por aquel pacto.

Santos llegó a la Presidencia de Colombia en 2010 como el "delfín político" de su antecesor, Álvaro Uribe, con quien, sin embargo, terminó enfrentado. El mandatario de 66 años suele destacar que su gobierno tuvo como eje la paz, la equidad y la educación. Sin embargo, en las elecciones de junio los colombianos eligieron como Presidente a Iván Duque, cuyo mentor y escudero es precisamente Uribe.

De todos modos, en esta entrevista con La Tercera, a través de un cuestionario, Santos hace un balance positivo de su gestión. No por nada, en 2014 fue reelecto con un 51%. "Es cierto que ganó Duque apoyado por Uribe, pero yo diría que el triunfo fue de la democracia y de la paz", apuntó. También adelanta que una vez que deje la Casa de Nariño quiere dedicarse a la academia y a su nieta.

¿En qué temas debería concentrarse Iván Duque en su primera etapa al mando de Colombia?

No voy a empezar ahora a darle consejos a mi sucesor. No voy a ser un expresidente que busca mantenerse en el poder por interpuesta persona. Espero que haga lo correcto, que no es necesariamente lo popular, que mantenga lo que está funcionando, que construya sobre lo construido, y que lance sus propias prioridades. Pero ante todo le deseo la mejor de las suertes. Si al Presidente le va bien, a Colombia le va bien. Y eso es lo único que importa.

¿Cree que el triunfo de Duque es también una victoria para Uribe?

Es cierto que ganó Iván Duque apoyado por Uribe, pero yo diría que el triunfo fue de la democracia y de la paz. Tuvimos las elecciones más tranquilas, más seguras, con la más alta participación ciudadana y con la mayor diversidad de opciones ideológicas y políticas en la historia. Esto es lo que se buscaba con la paz. Que los colombianos puedan expresarse libremente, sin temores, cualquiera que sea su orientación política. El hecho de que en la segunda vuelta se hayan enfrentado la oposición de izquierda y de derecha a mi gobierno habla de las garantías y de las libertades que ofrecimos a lo largo de estos ocho años y en esta campaña en particular.

¿De alguna manera Uribe torpedeó su gestión como Presidente?

El Centro Democrático adelantó la oposición más frontal, más visceral de la historia de Colombia. Sin embargo, la crítica, la oposición, nos sirvieron para perseverar, ajustar y finalmente sacar adelante las grandes iniciativas y transformaciones que necesitaba Colombia. Entre ellas está la paz por supuesto, pero también logramos que 5,4 millones de colombianos salieran de la pobreza, reducimos la desigualdad más que cualquier otro país de la región, hicimos de la educación la prioridad, y decretamos su gratuidad, transformamos la infraestructura, protegimos nuestra enorme biodiversidad, más de un millón de colombianos tuvieron casa propia con el apoyo del gobierno, solo para mencionar algunos avances. A todo eso se opuso el Centro Democrático, pero lo sacamos adelante. Colombia está hoy mejor que hace ocho años.

¿Cuáles considera que fueron los principales logros para Colombia como resultado de sus ocho años en la Presidencia?

Mi prioridad fue modernizar a Colombia. Para ello era esencial acabar con un conflicto armado de más de 50 años y lo logramos. El Acuerdo de Paz redujo drásticamente la violencia en Colombia y nos abre la oportunidad histórica de restituir los derechos de las víctimas y llevar desarrollo a los territorios que más sufrieron la violencia. Pero también era fundamental reducir de manera significativa la pobreza y las desigualdades y avanzamos de manera contundente en ese frente. Por ejemplo, además de la reducción de la pobreza, logramos la cobertura universal en salud. El principal motor para la equidad social es la educación. Por eso lo convertimos en el primer renglón del presupuesto nacional. Eso nos permitió garantizar la gratuidad de la educación, construir 30 mil aulas e incrementar el acceso a la educación superior en un 50%. La economía, a pesar de la caída de los precios del petróleo, el shock externo más grave desde la gran recesión de los años 30, mantuvo un ritmo de crecimiento por encima del de la región y duplicamos la inversión extranjera. Eso redujo drásticamente el desempleo y permitió la generación de más de 3,5 millones de empleos, la mayoría formales.

¿Cuáles son los desafíos que usted deja pendiente respecto de la implementación de los acuerdos de paz con las FARC?

La esencia de cualquier acuerdo de paz, y del de Colombia, que es la desmovilización, el desarme y la reincorporación, ya se cumplió. Además en un tiempo récord. En menos de nueve meses, más de 9 mil integrantes de las FARC se concentraron, entregaron las armas, y se desmovilizaron. Crearon un partido político y participaron en las elecciones. El acuerdo de paz de Colombia fue más allá. Se acordó una justicia transicional, (que ) ya está en marcha. Los excomandantes de las FARC ya comparecieron ante la justicia, lo mismo están haciendo los agentes del Estado. El gran desafío para Colombia hacia adelante es construir la paz a través de la reconciliación. Ese es un proceso largo, como construir una catedral, ladrillo por ladrillo. Es una tarea que va más allá del gobierno. Es una tarea de la sociedad, de todos.

¿Y cómo prevé que será el tratamiento que le dará el gobierno de Duque al tema de la implementación de los acuerdos? ¿Podrían correr riesgo?

El Acuerdo de Paz no está en riesgo, pues la Corte Constitucional ratificó que su contenido es vinculante para los próximos tres gobiernos. Incumplir sería una decisión que chocaría con serios obstáculos jurídicos y políticos. Nadie entendería que se pusiera en riesgo lo alcanzado y que se le negara la oportunidad a millones de colombianos de progresar y vivir sin miedo a la violencia.

¿Cuáles son sus expectativas para un Congreso que por primera vez tendrá a representantes de la exguerrilla de las FARC y que deberán sentarse con los grandes opositores de los acuerdos de paz?

Espero que el nuevo Congreso sea un espacio de debate, de defensa de ideas y de propuestas que mantengan a Colombia en la senda de progreso en la que la dejamos. También espero que a pesar de las diferencias partidistas y gracias al Estatuto de Oposición que promulgamos en mi gobierno, sea un espacio de concertación, encuentro y moderación. La polarización paraliza. Y eso es malo para cualquier sociedad.

¿De qué forma usted quiere ser recordado en Colombia?

Espero que me recuerden como un colombiano que trabajó incansablemente por la paz y la modernización de un país afectado por la violencia, la pobreza y la desigualdad social. Siempre he creído que el capital político se debe usar para producir transformaciones. Yo invertí todo mi capital político en el Acuerdo de Paz y en otras decisiones impopulares que nos permitieron mantener la inversión social en medio de una muy adversa coyuntura económica internacional. Me voy con la satisfacción de haber cumplido el mandato que me dieron los colombianos de lograr un Acuerdo de Paz y avanzar decididamente en el cierre de brechas sociales.

En los últimos años varios políticos de derecha y centroderecha han logrado llegar a la Presidencia en América Latina. ¿Se agotó el ciclo de la izquierda en la región? ¿Cuáles son los desafíos que tiene su sector en ese sentido?

Yo siempre he sido partidario de la tercera vía, que prescribe que se debe permitir que el mercado opere hasta donde sea posible y que el Estado hasta donde sea necesario. Cuánto mercado y cuánto Estado dependen de las circunstancias particulares de cada caso. De otra parte, la reciente elección de políticos de derecha y centroderecha es una muestra de la madurez de las democracias de la región. Hace algunas décadas el movimiento del péndulo de izquierda a derecha o viceversa era algo poco común. Ahora la alternancia se está convirtiendo en lo común. México se fue hacia la izquierda. Así debe ser.

En cuanto a su relación con Chile, ¿cómo califica la colaboración que existió entre su primer gobierno y el del Presidente Sebastián Piñera, y luego con el de la expresidenta Michelle Bachelet?

En los últimos años las relaciones entre Chile y Colombia han alcanzado su punto más alto. Con el Presidente Piñera iniciamos la Alianza del Pacífico en 2012, el proceso de integración más exitoso de la historia de América Latina. Con la Presidenta Bachelet lo consolidamos y aceleramos su profundización. Chile también ha sido un gran amigo de la paz de Colombia. Como país garante nos ayudó a encontrar alternativas en los momentos más difíciles de las conversaciones con las FARC. También trabajamos con la expresidenta Bachelet y el Presidente Piñera en la denuncia de los atropellos contra la democracia y los derechos humanos cometidos por Nicolás Maduro. En fin, la colaboración fue muy fructífera en todos los frentes, pues compartimos los mismos valores de respeto por la democracia, la libertad de mercado y la equidad.

¿Sobre qué temas cree que el gobierno de Duque y el de Piñera tendrán que trabajar colaborativamente en los próximos meses?

La Alianza del Pacífico es el proceso de integración regional más exitoso de la región. Hay que mantener el impulso y seguir avanzando en su profundización, con las empresas, con los jóvenes.

¿Cuáles son sus planes una vez que deje la jefatura de Estado?

Mi intención es dedicarme a la academia, a dictar clases, dedicarle tiempo a mi nieta recién nacida, a mi familia, que ha sido la gran sacrificada en tantos años de servicio público.

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