La "Greta Thunberg de la Amazonía" pide a Gobierno de Brasil que defienda la selva y sus tribus

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La creciente deforestación por la tala de madereros ilegales también amenaza la existencia de los 13 mil miembros de su tribu que viven en la selva, de la cual depende su supervivencia.


Beka Munduruku tiene solo 16 años y proviene de una remota aldea brasileña en el río Tapajos, en el corazón del Amazonas, pero su petición se escuchó en Naciones Unidas y el Vaticano.

Esta joven, a quien los ecologistas en Brasil apodaron "la Greta Thunberg de la Amazonía", quiere que el mundo proteja la selva tropical que es su hogar y un baluarte contra el calentamiento global.

"Gente de todo el mundo, vengan y ayúdennos a proteger la naturaleza y luchar contra los proyectos de un gobierno que quiere destruir la selva", dijo Beka en una reunión de líderes indígenas en la reserva Xingu.

Ella habló, entre otros temas, de cómo solía jugar en un río cercano a su aldea, algo que los niños ahora no pueden hacer porque el mercurio de la minería ilegal envenena el agua.

Peligros

La creciente deforestación por la tala de madereros ilegales también amenaza la existencia de los 13.000 Mundurukus que viven en la selva. La supervivencia de la tribu depende de que se conserve su parte de la Amazonía.

Ellos temen lo peor. El presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, planea abrir tierras de reserva protegidas para la minería comercial y la agricultura, y considera construir represas hidroeléctricas en el Tapajos, el último afluente importante de la Amazonía que fluye libremente.

"Dependemos mucho de la selva, pero no es solo para nosotros, es por el bien del futuro del mundo entero", dijo Beka.

El gobierno de Brasil planea construir caminos y un ferrocarril para transportar la soja para exportación, infraestructura que atravesaría la selva, mientras que una represa mataría especies de peces que los Munduruku aún atrapan a pesar de la contaminación por mercurio, relató.

Bolsonaro ha dicho que su gobierno está protegiendo la selva pero quiere que el desarrollo económico en la Amazonía mejore la vida de sus 30 millones de habitantes, incluidas sus tribus. Los ambientalistas temen que acelere la deforestación.

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