La tradicional ceremonia del Te Deum ecuménico de fiestas patrias estuvo marcada por la situación sanitaria de la pandemia.

Por segunda vez, desde que se estableció en 1811, no se realizó al interior de la catedral de Santiago, sino que en el Santuario de la Inmaculada Concepción, en la cima del Cerro San Cristóbal. La primera ocasión fue en 1973, tras el golpe de estado, cuando se realizó en la iglesia de la Gratitud Nacional.

Por las restricciones sanitarias, la ceremonia encabezada por el arzobispo de Santiago, Celestino Aós, se realizó con un aforo reducido a solo 50 autoridades. Además, a los invitados -que llegaron pasadas las 11 de la mañana- se les distribuyó guardando distancia social y por cierto, debieron usar la mascarilla de rigor.

Al comienzo de la ceremonia, Aós recordó a las personas fallecidas a causa del covid-19. Luego, en su homilía, el prelado saludó a los trabajadores de la salud, por su labor en la pandemia. “Nos admira el trabajo sacrificado y generoso de los servicios de salud”, señaló.

Además, en su alocución llamó a los infractores de las normas sanitarias a comprender que esas faltas solo se consigue “arriesgar la propia salud, la vida y la vida de los demás”.

“Deponer intereses”

Por otro lado, en atención a que “vienen tiempos que requieren lo mejor de nosotros”, el líder de la iglesia chilena señaló que en el país impera un clima de polarización y en consecuencia ese “no es el camino”. “Tenemos que avanzar, porque seguimos empantanados en un estilo necio y contaminado, no se dialoga, ya que ni se escucha al otro ni se reflexiona y siguen los insultos, las descalificaciones, no es el camino”, señaló.

Además apuntó al mundo político, y les conminó a “deponer intereses particulares y sectoriales” en pos de los acuerdos. “Es hora propicia para los buenos ejemplos, estar dispuestos a colaborar y trabajar en equipos, nadie tiene toda la verdad, pero todos tenemos algo que aportar, poner el interés común por encima de partidismos y particularismos, las verdades fundamentales tienen consistencia por sí mismas y no dependen del número de votos o del ruido de quienes claman, es en la verdad, en los valores donde nos encontramos”.

“Nadie se salva solo”, agregó.

Respecto al calendario electoral venidero, con el plebiscito del 25 de octubre en lo más inmediato, el prelado invitó a la gente a concurrir a las urnas. “Participe, haga su aporte expresando su voluntad a través del voto; participe, para decidir bien: infórmese”, y luego agregó “pero no permita que nadie le obligue como votar, ni que nadie decida como usted”.