El "estilo Karadima", un fantasma que aún pena en la Iglesia

El expárroco ya ni siquiera es sacerdote, pero, para algunos, las esquirlas de esa "mentalidad pastoral" todavía se asoman.


"No olvidemos que la cruz no es el final, que viene la resurrección. Que el pecado, el odio y la maldad no son el final", afirmó Celestino Aós, administrador apostólico del Arzobispado de Santiago, en su homilía del pasado jueves, en la parroquia de El Bosque. Allí, donde durante décadas reinó Fernando Karadima, se reunió con Sergio Cobo, Eugenio de la Fuente y Alejandro Vial, todos sacerdotes que fueron víctimas de abusos y que pertenecieron a la Pía Unión Sacerdotal, controlada por el expárroco. Para algunos, su influencia y "estilo" -autoritario y abusivo- sigue presente sigilosamente en el clero, a veces incluso de forma inconsciente.

"Él era un abusador, que la Iglesia permitió que se desarrollara a lo largo de muchos años en una parroquia, donde muchos caímos en su trampa. Lo que ejerció es un abuso. No era formación, ni un estilo, ni una declaración de principios, ni tampoco una forma que él enseñara. Él nos usaba", dijo De la Fuente.

El presbítero subrayó que "ese abuso fue replicado por algunos, seguramente que fueron abusados sexualmente y que, por alguna razón de su estructura de personalidad, hizo que reiteraran eso. Algunos de los que fueron abusados de conciencia lo replicaron como un modelo para ejercer influencia sobre personas".

¿Cuántos? ¿Diez, veinte? ¿O más? Esta semana, en una entrevista con La Tercera, el cardenal Ricardo Ezzati señaló que "en Santiago hay por lo menos 40 sacerdotes que han vivido al alero de Karadima, y eso quiere decir que hay una mentalidad, una formación, con raíces de mirar la persona y la función del sacerdote, de manera equivocada".

Percival Cowley, sacerdote de la congregación de los Sagrados Corazones y uno de los primeros en escuchar el testimonio de James Hamilton, manifestó que "estoy con el temor de que cierto tipo de formación, de liderazgo pastoral, sea tan fuerte, como parece haber sido, que eso imprima una suerte de carácter que mata a las personas (…) Aquí debería haber teóricamente procesos, como de revisión de conciencia, qué cosas hubo ahí o puede haber ahí que habría que limpiar".

Agregó que "la tarea evangelizadora es liberar, llegar a ser uno mismo inútil para que el otro crezca. Acá se daba al revés. El cura, en lugar de crecer para que creciera el joven, crecía el cura".

En la Facultad de Teología de la UC hay alrededor de diez académicos que pasaron por la parroquia de El Bosque cuando estaba ahí Karadima. Para el vicedecano, Guillermo Rosas, en dicho templo existía una "Iglesia paralela", con "un modo de ejercer la pastoral y el ministerio sacerdotal muy particular. Había todo un estilo, un subconjunto de la Iglesia que allí se creó y tenía características totalmente propias, muy en sintonía con la derecha eclesiástica y política chilena".

Sobre los presbíteros que salieron de allí, cree que "estos sacerdotes, los que conozco, han hecho un sincero, profundo y real camino de cambio. Primero, de toma de conciencia, de la mentalidad en la cual se formaron. Y, segundo, de autocrítica y de cambio en el modo cómo ejercían el sacerdocio".

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