La Greda: a siete años de la crisis

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La Escuela de La Greda.

En 2011, decenas de niños de la escuela local resultaron intoxicados. Hoy, tienen un nuevo colegio, pero no descartan sufrir otro evento.


"Estábamos en la sala, bajaba una neblina y lo asocié al clima, cuando nos dimos cuenta de que a los niños le picaban los ojitos, después vino el estómago. La primera que se desmayó fue una profesora. Llegamos muchos al hospital intoxicados". Así recuerda la jefa técnico pedagógica de la Escuela de La Greda en Puchuncaví, Claudia Tapia, los efectos que tuvo una nube tóxica ocurrida en 2011, la que llevó a la posterior reubicación del establecimiento educacional.

Tal fue el impacto que los ministros de Medio Ambiente y de Salud de la época llegaron al lugar y se ordenó suspender el funcionamiento del colegio afectado, decretándose además su reubicación a casi 2 kilómetros al norte del cordón industrial para resurgir como una escuela "modelo".

En esa época, 33 niños y 9 profesores de la escuela, vivieron días de desmayos y con ello, la evacuación del colegio por la presencia de gases de dióxido de azufre y otros asociados al proceso de fundición de Codelco Ventanas, firma ubicada en el distrito industrial. Se hicieron exámenes de salud, pero no se hallaron secuelas.

Los costos para la minera fueron millonarios: 1.000 UTM de multa por su responsabilidad en la intoxicación y la formalización de dos de sus ejecutivos por cuasidelito de lesiones menos graves, y la indemnización en más de $ 150 millones a las víctimas.

Esta semana nuevamente el alumnado de La Greda paralizó sus actividades de manera preventiva, hasta nuevo aviso, por problemas ambientales de la zona. E incluso la pesadilla se repitió para dos hijas de la presidenta de apoderados de la época de la escuela, Oriell Parenti. Hoy tienen 16 y 19 años y presentaron problemas de salud en el nuevo episodio. "Han pasado siete años, mi hija menor está en escuela de Ventanas y seguimos saturados de contaminación. Mis hijas viven con metales en su organismo: sufren constantes problemas respiratorios y dolores de cabeza".

El colegio ha permanecido con un funcionamiento normal para el contexto ambiental que afecta a la zona, lo que a juicio de la seremi de Educación de Valparaíso, Patricia Colarte, se debe a que "esa escuela se localizó en un sitio de menor afectación y con características de infraestructura para que no ocurriera otro hecho de contaminación. Cumple con todas las normas".

Sin embargo, Claudia Tapia cree que las autoridades deben regular las escuelas como ocurrió en el pueblo, porque "en este momento estamos geográficamente resguardados, fue un privilegio, estamos tranquilos, pero es difícil asegurar que no va a llegar la nube. La contaminación está expandida y los niños vuelven a su realidad, y no pueden pasar encerrados en sus casas".

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