Marcela Guevara lo presintió estando embarazada. El hijo que crecía en su vientre -dice- lo sentía como a un niño. "Tenía una tincada, el presentimiento de que sería un varón. Fue una cosa inexplicable", recuerda hoy desde Copiapó.
Fue tanta la seguridad del presagio, que incluso le puso un nombre: su hijo se llamaría Pedro, pero las ecografías de su embarazo, sin embargo, revelaron que iba a ser una niña, al menos biológicamente, así que finalmente el niño fue bautizado como Josefa.
Josefa a creció junto Marcela, "las dos solitas", según recuerda hoy la madre. Luego vinieron dos hermanas de otro padre. Josefa vivió en varios poblados y comunidades rurales de la Región de Atacama, allí su madre, educadora de párvulos y psicopedagoga especialista en necesidades especiales, se desempeñó como profesora.
Cuando Josefa entró a quinto básico, Marcela quiso volver a su natal Copiapó y allí matriculó a sus tres hijas en el Colegio Sagrado Corazón de la comuna.

¿Cuándo comenzó la transición de Josefa a José Matías?

A partir del año 2016 de manera más marcada. Ahí su ropa empezó a cambiar, solo compraba ropa de hombre. Estaba encaminada la intención de hacer todo, pero el tiempo no nos lo permitió.

Ella ingresó como mujer al colegio. ¿Allí no tuvo mayores problemas?

El único problema que yo visualicé en principio era que veníamos de un mundo rural, por lo que veníamos de estándares educativos más bajitos.

¿Cuándo comenzó el bullying?

A través de la carta que dejó antes de fallecer, todo indica que el año pasado ya habría recibido los primeros desaires, falta de integración, falta de tolerancia. Imagino que eso se dio progresivamente. El Mati a mí no me denunció absolutamente nada. Lo único que me dijo fue, dos días antes de que falleciera… Me pidió que buscáramos otro colegio.

¿Por qué cree que su hijo no le manifestó sufrir?

Yo creo que hubo una sensación de querer protegernos. A sus hermanas las molestaban porque el Mati era trans, a la más chiquitita le dicen Domingo, y se llama Dominga. Al Mati yo lo veía como un niño feliz, pero ahora lo contrapongo con toda la revisión de su teléfono en WhatsApp, y él ya había manifestado querer matarse, había subido al piso 11 dos semanas antes de su muerte. Él ya había estado sentado pensando en esto. Dejó cartas, testimonios en la cámara grabadora de la casa, ahí les pidió a las hermanas que sean fuertes, a pesar de lo que les digan.

¿Qué sensaciones le dejaron esos videos?

Antes de verlos yo estaba desesperada porque no me hubiera dicho nada, entonces, cuando vi el video la vida se me coloró un poquitito. Pude encontrar un poquitito más de lógica a lo que pasó.

¿El video y los WhatsApps revelaron algo?

En un audio una compañera le dijo: 'Tírate, anda al edificio, sube y te tirái', ella era la que lideraba el acoso.

¿Hubo otros episodios?

Sí, el Mati participaba los sábados en un baile k-pop; en noviembre llegó llorando, porque  le habían dicho que bailaba feo y se habían puesto todos de acuerdo para decirle que tenía que salirse del grupo. Ahí hay un golpe, pero como era una actividad extraprogramática, no había cómo canalizarla en el colegio. También una inspectora del colegio un día me dice 'tan bonita su niñita chiquitita, y tan odiosa la grande'. El día jueves, que fue el día de la muerte de Mati, yo fui al colegio temprano, porque andaba con la sensación de preocupación. Fui a hablar con la directora, pero ella no estaba y no me atendieron. Ahora entiendo que era urgente, que si hubiese podido entender lo que pasaba me lo hubiera traído a la casa, lo hubiera contenido y no lo hubiera dejado solo, podría haber hecho algo distinto.

¿Qué más recuerda de ese día?

Me los llevé a los tres del colegio, fuimos conversando si les gustó la comida; ese día les preparé tacos que al Mati le encantaban. Yo tenía libre ese día, porque estaba saliendo de un reposo, así que aproveché de llevar a las niñas más chicas al doctor, porque tenían tos. Ahí él me preguntó si podía ir a una tienda de artículos orientales que le gustaban. Yo le dije que bueno, sabiendo que esa era la excusa para juntarse con su polola, porque la mamá de ella atendía un local en la misma galería.

¿Qué pasó después?

Yo llegué a la casa. Le pregunté dónde estaba y me respondió que ya venía. Pasaron unos 20 minutos y le volví a escribir: 'Todavía te espero, ¿dónde estás?, se está haciendo tarde'. Después hubo un momento de silencio total y a las 7.12 p.m. suena el teléfono, era la conserje que me dijo: 'Marcelita, pasó algo terrible con el Mati'. Recuerdo que me puse una manta, porque estaba helado, bajé en el ascensor, cuando llegué al hall todos me estaban mirando y empecé a escuchar en un distorsionado sonido 'se tiró, se tiró, se tiró'. Caminé unos 20 pasos y allí estaba en el suelo, estrellado. Ya no tenía conciencia, estaba muerto.

¿Cómo reaccionó?

Solamente me preocupé de abrazarlo y decirle 'tranquilo, descansa, ahora entiendo todo lo que sufriste'. Después llegó Carabineros, empezaron a especular desde dónde se había lanzado. Yo recordé que mi hijo había salido con su mochila. A los dos o tres minutos de eso llega un carabinero desde el piso 11 con la mochila. La abrí y estaban sus lentes, su celular, todo. Y ahí me di cuenta de que fue una acción desesperada, pero planificada.

¿El piso 11 es la azotea?

Sí, es el último piso del edificio Atacama de Copiapó. Él se tiró hacia un patio, quiso tirarse donde la mamá no tuviera que verlo desde su ventana. He tratado mil veces de tirar la memoria para atrás para ver si en algún momento sentí el ruido, pero no. Por la ubicación del edificio no pude sentir el ruido. Inmediatamente llegó la PDI, llegó el Samu, la ambulancia también trató de hacer algo, solamente pudieron constatar la muerte. Al otro día, en el Médico Legal, no era para que nadie lo viera. Lo único que como mamá hice fue abrazarlo. Con mis manos empecé a tratar de tomar todo el aire que estaba al lado de él, le murmullaba 'ven de vuelta con la mamá, métete de vuelta dentro mío, porque yo te voy a cuidar'.

¿El día de su muerte, Matías antes efectivamente vio a la polola?

Estuvo con ella. De hecho, yo lo sabía, yo lo sabía, por eso que le dije a Carabineros, vamos a tener que hablar con ella. Ahí ella se enteró de que su pololo se había matado; para una joven tuvo que ser muy duro. El Matías le dejó una carta que ahora tengo yo la fotocopia, porque las otras cartas, junto con esa, se fueron a comprobación de grafología a Santiago, para ver si efectivamente la letra era de él, esa es la carta donde sale textual.

¿Qué cosa?

Sale por qué hizo lo que hizo. Él escribió: "Yo solo soy un cobarde, un maricón culiado. Liceo de mierda, todo su entorno, las niñas, toda la gente en general de ahí me colapsó. Creí e intenté salir de esto solo, talvez tenía arreglo, pero dejé de intentarlo".

¿Solo eso?

También había escrito algo muy lindo que decía "yo soy como una gran nube y tú el viento que me llevas".

¿En el colegio no hubo acercamientos por la personalidad de José Matías?

Yo sabía que el tema de la adolescencia iba a ser más fuerte en él, pero nunca hubo un trabajo del colegio, lo único que nos decían era que suba las notas, eso era lo único que importaba. Yo después de lo que pasó con mi hijo quise pensar que no era así, que no era verdad que había sido tan grande la maldad con el Mati, pero tengo su teléfono y al otro día de fallecer sus compañeras en el WhatsApp del curso 2ºB lo eliminaron. Él no significaba nada para nadie del colegio. Pasó lo mismo con el grupo de apoderados, todos se salieron, quedé sola.

¿Y nadie le dijo nada?

No, nadie, porque las mamás se están escondiendo. Quizás tienen miedo de pensar que yo les iba a decir algo, y arrancaron, arrancaron todos.

¿Usted no ha considerado emprender acciones legales?

¿Para qué? ¿Voy a sacar algo? Lo importante es que gracias a esto hay una comunidad que nunca pensé que iba a solidarizar conmigo. Desde el día del velorio hasta el día de la marcha que organizaron en su memoria, donde llegaron mamás con niños de 14 años que me decían 'mi hijo vive lo mismo, yo te apoyo, él también se trató de matar'. El efecto bullying existe, no está inventado. Lo único que pido ahora es que sea una ley, la ley José Matías, educar para salvar vidas.