El mapa de las bombas: cambió método de ataque y la fiscalía indaga 69 casos

bombaWEB
25 DE JULIO DE 2019/SANTIAGO Personal de Labocar de Carabineros trabaja en la 54 comisaría de Huechuraba, luego que cerca de las 12:45 horas detonara un artefacto explosivo en sus dependencias. FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO

La creación del movimiento "Kamina Libre", en 1996, marca la irrupción en Chile de los entes anarquistas. Uno de estos grupos se adjudicó los dos recientes paquetes explosivos.


"Reivindicamos el envío de dos paquetes bomba compuestos de pólvora negra y dinamita, dirigidos a Rodrigo Hinzpeter y al mayor de Carabineros Manuel Guzmán, de la 54° comisaría de Huechuraba".

De esta manera, en la página web "Contrainfo", un grupo anarquista se adjudicó el atentado del pasado 25 de julio en una comisaría de Carabineros y el envío de un artefacto explosivo con 100 gramos de dinamita al exministro del Interior Rodrigo Hinzpeter. Esta "reivindicación" no solo marcó un hito en la causa que investiga el fiscal Sur, Héctor Barros. También la reaparición de un grupo anarquista vinculado a un atentado explosivo en el país (ver infografía).

Así lo aseguran distintos análisis de las policías, el Ministerio Público y organismos de Inteligencia, pues desde el estallido en el Metro Escuela Militar, en septiembre de 2014, que estas organizaciones no reivindicaban una explosión de magnitud. Los ataques al expresidente de Codelco Óscar Landerretche, en enero de 2018; en el paradero del Transantiago, en enero de este año, y la carta bomba al presidente de Metro, Louis de Grande, en mayo, se los atribuyó otra corriente violentista: los llamados "ecoterroristas".

"No estamos enfrentando a un mero delincuente, sino que a organizaciones que tienen apoyo muchas veces no solo nacional, sino que también del exterior", dijo este fin de semana el ministro del Interior, Andrés Chadwick, en entrevista con La Tercera.

El origen

En el último comunicado del grupo anarquista que se adjudicó los atentados recientes se saluda a quienes protagonizaron el inicio de los incidentes con explosivos en Santiago: Juan Aliste Vega, Marcelo Villarroel, Juan Flores, Joaquín García y Tamara Farías Toledo.

Sus nombres no son nuevos en los registros de las policías y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Aliste, exlautarista, fue condenado por el asesinato del cabo Luis Moyano, en 2007; Villarroel, también exlautarista, fue sentenciado por el asalto al banco Security cuando murió el cabo Moyano; Flores fue declarado culpable de delito terrorista por la bomba en el Metro Escuela Militar, en 2014; García está condenado por instalar una bomba en una comisaría, en 2015; y Farías recibió condena por el asalto a un banco en 2014.

A todos se les vincula con el anarquismo, el cual, según la información que se maneja en los organismos de Inteligencia, para Chile tiene su origen en 1996 con la creación del "Colectivo Kamina Libre", organización creada por exsubversivos del Movimiento Juvenil Lautaro y el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), que compartían prisión en la Cárcel de Alta Seguridad.

Los conceptos que los agruparon fueron la lucha anticarcelaria, la marginación, la delincuencia, los poderes económicos y el Estado. Sus principales referentes fueron Rodolfo Retamales Leiva, Pablo Morales Fuhrimann y Marcelo Villarroel Sepúlveda.

Sin embargo, no fue hasta la década del 2000 que las conversaciones en la cárcel se materializaron.

En una primer etapa, en 2003, se registró la colocación de artefactos explosivos de menor alcance, donde se encontraron panfletos alusivos al anarquismo, principalmente en bancos, automotoras y cuarteles policiales.

Pero fue el 18 de enero de 2006 cuando las policías recibieron una primera señal de que esta tendencia iba escalando: ese día, un explosivo detonó en un basurero frente a la ANI, en calle Tenderini. Ocho meses después, las autoridades recibieron otra alerta, cuando un grupo de encapuchados lanzó bombas molotov a La Moneda, en septiembre de ese año.

Así, dicen los conocedores de estos casos, el "fenómeno anarquista" comenzó a avanzar incipientemente, encontrando puntos de encuentro en las llamadas "casas okupa", centros sociales, ferias anarquistas, bibliotecas populares y "actividades de índole ácrata", plantea una fuente. Hoy, además, se sumaron las redes sociales, lo que deriva en que muchas veces los protagonistas ni siquiera se conocen entre sí.

Una segunda etapa de la consolidación de estos grupos vino con la aparición más radical, ya no de corte anarquista, de grupos formados por exsubversivos con alguna motivación política.

Según los antecedentes que manejan las autoridades, acá aparece la figura de Mauricio Morales, alias el "Punky Mauri", quien falleció en 2009 cuando transportaba una bomba. En esa época, comienzan a registrarse jornadas donde en un solo día se detectaban distintas bombas en varios lugares de Santiago.

Luego ocurrió el llamado caso Bombas, donde se formalizó a un grupo de 14 personas por ser los supuestos responsables de los atentados de 2010. Sin embargo, la Corte Suprema los absolvió y condenó al Estado al pago de las costas del juicio.

Tras ese episodio se entró en un "aparente estado de calma", hasta 2014, con el atentado en el Metro Escuela Militar. Los expertos advierten que los condenados por este hecho no formaban parte de un mismo grupo, aunque compartían fines y objetivos.

"La diferencia con otros grupos criminales es que acá no hay líderes, no hay una jerarquía, cada quien se mueve como estime pertinente a lo que cree", revela una fuente policial.

Según cifras de la Fiscalía Nacional, hoy existen 69 investigaciones por colocación de artefactos explosivos y 15 imputados en prisión preventiva. Entre ellos, los responsables del ataque a una iglesia en Lo Espejo, el 22 de enero de 2018, y del atentado en la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ) de Melipilla, ocurrido en mayo de 2017.

Con la detención de gran parte de quienes cometieron los grandes atentados, los más jóvenes sacaron lecciones, dicen los investigadores. Los modus operandi cambiaron y las medidas de seguridad interna se fortalecieron. Explican que cada vez es menos común juntarse en persona, que las bombas ya casi no se dejan directamente, pues se envían a través de terceros (por ejemplo, en el correo), no se utiliza transporte público (por la tarjeta Bip! cayó Juan Flores) y hay un mayor intercambio de información entre ellos.

Click en la infografía para ampliar

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.