Mónica González, directora de Ciper y coautora del libro Los secretos del imperio de Karadima: "Lo que existió en la Iglesia fue una asociación ilícita"

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A través de su investigación al ex párroco de El Bosque y su círculo de hierro, la periodista aborda lo que, a su juicio, son las causas del encuentro entre el Papa y los obispos de Chile.


Cambios. Ese puede ser el objetivo final de una investigación periodística. "Es el sueño del pibe, aunque pasa pocas veces", dice la directora del Centro de Investigación Periodística (Ciper), Mónica González, quien es la autora, junto a Juan Andrés Guzmán y Gustavo Villarrubia, del libro Los secretos del imperio de Karadima, publicado en 2011.

¿Cómo fue sumergirse en el mundo de Karadima?

Duele. Como muchos otros aspectos de la vida, no asumimos el horror que encierra el abuso sexual y de conciencia de jóvenes y niños. El de conciencia es un mundo tan cerrado que es una jaula que no deja salida. Duele más cuando uno ve que, al surgir las primeras denuncias, emergió todo el establishment para descalificar a las víctimas de la manera más brutal.

¿Cómo cree que han evolucionado los investigados?

Creo que lo importante, y lo que más me impresiona, es que emerge con toda crudeza lo que ha sido una red de protección de abusos en la Iglesia. Chile no escapa de eso. Si uno mira lo que pasó en Boston, en Irlanda, en Alemania, no son distintos los casos. La tónica es la impunidad, hasta que algo hace que esa tuerca se dé vuelta y quede a la luz esa red. En este momento eso es lo que está pasando y por eso los denunciantes tienen tanta razón en decir que lo que importa no son las peticiones de perdón ni las alabanzas, sino las acciones concretas y ejemplarizadoras. Y los castigos, o sea, Barros no puede mantenerse.

¿Qué pasaría, a su juicio, si el Papa dejara al obispo Barros en su cargo?

Soy periodista de investigación y me gustan los hechos, pero es evidente que el tema no puede quedar así no más. Es un caso que despierta la atención pública mundial y que será ejemplificador respecto de otros casos, porque falta que exploten en muchos países y aquí mismo en Chile. Hay 30 otros episodios que están en investigación, esperando ver qué pasa.

¿Qué otros aspectos cree que debieran abordarse?

En el caso preciso de los abusos en El Bosque, (en la época de Karadima) había un desprecio completo por el rol de la mujer. Como era una cofradía homosexual, partía por una cultura en que se le decía al joven que ninguna mujer estaba a su altura, solo un hombre. Nunca analizamos ese punto de vista, pero había una permanente subvaloración hacia la mujer. La Iglesia debiera hacerse cargo y ver cómo se enfrenta esa cultura machista, que es la que hace proliferar estas mafias. No solo la red de protección, que mencionaba antes.

¿En este punto, usted cuestiona a algunas autoridades de la Iglesia chilena?

No han sido capaces de darles una mano a las víctimas, de acogerlas y de mostrar de una manera nítida y clara ante la opinión pública que la Iglesia no está dispuesta a tolerar ni un solo abuso más (...). Se supone que la Iglesia es un lugar de acogida, de contención, y en todos estos años, la misma Iglesia demostró que era un ente desconfiable para aquellos que querían denunciar el abuso de una autoridad eclesiástica. Si se hubiera escuchado la primera denuncia que se hizo, no tendríamos todo este terremoto. Si tú sientes que no puedes ir a denunciar ni siquiera algo tan terrible porque se protege a tus abusadores, se convierte en una asociación ilícita. Y, a mi juicio, lo que existió dentro de la Iglesia fue una asociación ilícita de protección a los abusadores. ¿Por qué razón? No lo sé, por eso que uno tiene dudas y está expectante. Obliga a la esperanza de que este Papa, de verdad, quiere limpiar la Iglesia.

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