#VíaInclusiva | Columna: Lo difícil de la inclusión

María José López2

La inclusión no es algo bueno que debemos hacer por otros, sino una dimensión de nosotros mismos. Lo más difícil de la inclusión no es ella misma, sino la base sobre la que se construye: el respeto a la inalienable dignidad del ser humano, independientemente de cualquier condición, ajena a cualquier contexto.


Como país estamos despertando e intentando crecer en respeto a nuestros pueblos originarios, a las mujeres, a los niñ@s, a las personas con diversidad sexual, a los adultos mayores, a las personas con discapacidad.  Respeto a las personas, sin etiquetas.

Probablemente, ningún chileno quede fuera del arco de discriminación de niños, mujeres, personas homosexuales o trans, pueblos indígenas, adultos mayores. Y, aunque no nos gusta reconocernos en un otro discriminado, ¿por qué entonces la fuerza de los movimientos e iniciativas cuyo común denominador es el respeto a la persona?

Detrás de Lisette Villa, de Daniel Zamudio, de Nabila Riffo, Camilo Catrillanca, de tantos, tantas olvidados en el silencio de lo invisible, hay algo de cada uno de nosotros, un grito de nuestra propia vulnerabilidad que logra sacar la voz desde el pantano espeso del no reconocimiento.

Necesitamos ser reconocidos, vistos. Todos. Es lo que nos constituye como seres humanos. Escuché alguna vez que venimos al mundo a ser testigos de la existencia de otro. Todos necesitamos de ese testigo de nuestra existencia, para no ser irrelevantes, futiles, pasajeros. Y ahí están estos seres valientes vulnerables poniendo delante la realidad, obligándonos ver lo que el mall quiere hacernos olvidar. Que somos frágiles, todos, que nos necesitamos unos a otros, que la felicidad está en el cariño, la familia, los amigos, las relaciones humanas significativas. Y que nos enfermamos y no somos todo lo "capaces" que parecemos y que tenemos hijos que nos hacen más vulnerables y que sufrimos y que morimos.

La inclusión no es algo bueno que debemos hacer por otros, sino una dimensión de nosotros mismos. Lo más difícil de la inclusión no es ella misma, sino la base sobre la que se construye: el respeto a la inalienable dignidad del ser humano, independientemente de cualquier condición, ajena a cualquier contexto.

Y las personas con discapacidad, particularmente cognitiva, hacen visible lo que somos: nuestro miedo al dolor, a la muerte que es el olvido y, al mismo tiempo, la grandeza del amor que es reconocimiento y aceptación del otro como legítimo otro. Y requiere coraje querer ver nuestra propia paradoja y sostener la mirada.

María José López Guell

Directora Ejecutiva Fundación ConTrabajo

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