58% de los adolescentes ha experimentado violencia en el pololeo
Invisible socialmente y muy poco estudiada. Así es descrita por los expertos una realidad en la que hombres y mujeres son víctimas y victimarios.
Una escena de celos en plena calle. Ella lo insulta, toma sus cosas y le dice que no quiere volver a verlo nunca más. El intenta detenerla y la toma del brazo con fuerza. "No es justo, no estaba mirando a esa mina", le dice gritando el pololo. Pero ella parece no escuchar. Reacciona, se da vuelta y lo golpea en medio de la cara: "¡Suéltame!", le grita. El sabe que tiene más fuerza. Intenta arrastrarla, pero ella le tira el pelo, logra zafarse y él se ve obligado a dejarla ir. "No quería que se fuera, pero la gente ya se estaba juntando a mirar y los pacos podían llegar en cualquier momento", cuenta René (17 años), estudiante de enseñanza media en un colegio del sector alto de la capital, protagonista de esta historia.
Se siente avergonzado. Sobre todo cuando tiene que echarle la culpa "al copete" o a una "tonta caída" por aquel rasguño en su mejilla sobre el cual profesores y amigos preguntan inquisidores o hacen pesadas bromas. "Es que estamos enamorados. Cuando la conocí hace un año lo primero que me dijo es que era enferma de celosa", dice, justificando la situación. Y aunque cree ser quien saca la peor parte, reconoce que también responde con violencia y que termina agravando el conflicto.
Se trata de una de las realidades menos visibles de todas las formas de violencia en la pareja que se presentan en Chile: El 57,8% de los jóvenes de entre 15 y 18 años ha sido víctima o victimario en alguna forma de agresión, sea física o sicológica. Desde intimidación, insultos o aislamiento social, hasta empujones, bofetadas y tirones de pelo, pasando incluso por la violencia sexual.
El Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca (Ceoc) y La Tercera, realizaron el primer estudio en su tipo que aborda este fenómeno en la ciudad de Santiago, tanto en hombres como en mujeres y en todos los estratos sociales. Sólo se registran análisis similares en la Quinta Región: uno el año pasado, efectuado por la Universidad del Mar, y otro en 1996, de la U. Católica de Valparaíso.
¿VIOLENCIA INTRAFAMILIAR?
Una realidad que no es exclusiva de países subdesarrollados. En Estados Unidos, una encuesta sobre relaciones en adolescentes y preadolescentes, divulgada en febrero pasado por el centro de estudios Teenage Research Unlimited (TRU), revela que en ese país el 48% de las niñas de entre 15 y 18 años ha sido víctima de abuso físico, verbal o sexual de parte de sus parejas. A propósito de estos resultados, el próximo mes la Asociación de Fiscales Generales lanzará una campaña para que el tema de la violencia en las citas sea incluido en el currículo escolar en todos los estados de ese país.
En Chile, sin embargo, iniciativas a nivel de Estado para abordar el tema no han prosperado. En marzo de 2007 el Congreso rechazó un proyecto para modificar la Ley Nº 20.066 de Violencia Intrafamiliar e incluir de manera específica sanciones para la violencia en las relaciones de pololeo. Esto, a pesar de que las denuncias por violencia al interior de la familia se duplicaron entre 2005 y 2006. Y que, según estimaciones de Carabineros, una parte importante del aumento corresponde a este tipo de casos. "Las denuncias por violencia en pololos se incluyen en los casos de violencia intrafamiliar", explica la coronel María Angélica Patiño, jefa de la Dirección de Protección de la Familia de Carabineros (Diprofam), unidad que ha iniciado una campaña de prevención de violencia en el pololeo.
ENTRE GOLPES Y BOFETADAS
Pedro Canales, sicólogo clínico y asesor de Diprofam, explica que esta clase de violencia es la menos visible socialmente y, por ende, la menos protegida: "Como la ley no contempla sanciones, estos chicos pasan a ser un grupo de alto riesgo", afirma. Riesgo que, según la encuesta, no es poco frecuente. El 13,9% afirma que ha sido arrinconado, empujado o que su pareja le ha tirado el pelo.
Fue lo que le ocurrió a Claudia, una periodista que hoy tiene 24 años. Cuenta que cuando era adolescente estuvo durante cuatro años inmersa en una violenta relación de pareja. Su pololo acostumbraba a darle de patadas y empujarla con fuerza contra la muralla cuando discutían. "El me decía que yo lo merecía, que me las buscaba, porque lo desesperaba", recuerda. Al poco tiempo, ella empezó a responder a las agresiones: si la empujaba, ella lo mordía o le gritaba fuerte hasta que los vecinos empezaran a asomarse. En una de las últimas peleas, ella le propinó un golpe que le quebró la nariz.
Pero el estudio detecta diferencias en la manera que experimentan la violencia hombres y mujeres. La principal forma de violencia que ellos soportan de sus pololas son las bofetadas y los objetos que les lanzan con intención de herirlos cuando se pelean. El 14,7% de los varones reclama esta situación versus el 9,5% de mujeres. También llama la atención que el 2,5% de los hombres diga que su polola lo intentó quemar a propósito.
Los especialistas explican que la violencia recíproca es una de las características que diferencian la agresividad entre adolescentes de la que se presenta en adultos, donde los casos se dan mayoritariamente con agresión del hombre y sin respuesta de la mujer. "A esta edad la relación de poder que se establece en la pareja es más igualitaria y menos marcada por los roles de género de la adultez", afirma Pablo Pinto, sicólogo de la U. del Mar, quien participó del estudio realizado el año pasado en ese plantel. Pero también los adolescentes son el grupo etáreo más vulnerable a este problema, dice, debido a que están en una etapa de desarrollo de la identidad, con influencia directa de las relaciones amorosas y de los pares.
Las mujeres se quejan más por golpes de puño propinados por sus pololos: 1,3% versus 1,2%. Igual cosa ocurre con las golpizas. Ellos no las reciben mientras que el 0,7% de las niñas afirma haber sido víctima de golpiza.
Cuando llevábamos 11 meses se puso celoso porque según él, yo coqueteaba con alguien. Yo 'chorita' le dije que no fuera huevon, que la cortara. Me tiró al suelo y me empezó a pegar. No en la cara, sólo en el cuerpo", cuenta María José (24), estudiante de Enfermería, quien vivió esta situación cuando aún estaba en la enseñanza media.
ABUSO SEXUAL
Pero sin duda el abuso sexual aparece como uno de los hallazgos más preocupantes del presente estudio. El 11% de las mujeres reconoce haber sido forzada a tener relaciones sexuales y el 28,2% afirma haber tenido relaciones con el pololo sin desearlo, sólo por temor a la reacción que éste pudiera tener. Soledad Larraín, sicóloga de Unicef, se muestra sorprendida con esta cifra y señala que se relaciona con el temor al abandono que sienten muchos adolescentes. "Están muy solos y eso hace que se aferren fuertemente cuando se sienten queridos, dando espacio a relaciones de abuso", aclara Larraín.
María José recuerda que cuando ambos comenzaron a tener relaciones sexuales, bastó un comentario poco afortunado para que su pololo comenzara a golpearla en la cama, producto de lo cual sufrió múltiples hematomas. "Al principio era tierno, cariñoso, pero después de ese episodio todo cambió", afirma. Cuenta que terminó "haciendo cosas que no lo enojaran, pero más que eso, haciendo todo lo que le gustaba", concluye.
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