Andrés Zaldívar: "El caso Caval provocó un daño casi irreversible al liderazgo de la Presidenta"

Dice que esa situación y el caso Penta generaron una "crisis terminal" que puede dañar fuertemente al "sistema institucional".




El senador Andrés Zaldívar (DC) analiza las consecuencias que puede tener el caso Caval para el oficialismo y lo que esa situación, sumada a las implicancias del caso Penta y la arista de Soquimich, podrían tener en el sistema político en general.

Para salir de esta crisis, apoya la implementación de medidas pro transparecia y probidad, pero cuestiona el anuncio de La Moneda de crear un consejo asesor presidencial. "No debe ser un mero consejo asesor", dice. Y lo explica: "La Presidenta también es incumbente en todo esto". Junto con criticar el manejo del gobierno frente al cuestionado negocio de Sebastián Dávalos -"fue muy mal tratado el tema", asegura-, advierte sobre el perjuicio que ha sufrido el principal bastión de su sector: Michelle Bachelet.

A su juicio, ¿qué efectos ha tenido el caso Caval?

No sólo el caso Caval, también el caso Penta y lo que está pasando con Soquimich creo que, en general, es como una culminación de un proceso de crisis de la confianza en las instituciones. Está en juego todo el sistema. Si no se pone una solución rápida para recuperar esas confianzas, sería el peor escenario que se puede dar para un país. Gracias a Dios no se ve la existencia de un caudillo que, en estos casos, produce planteamientos populistas. La gente se ha dado cuenta que por este camino vamos a una crisis terminal que puede provocar un daño inmenso al sistema institucional chileno. Hoy, los partidos tradicionales en España están sufriendo un proceso de deterioro. Lo vemos en Francia también. Y ya vimos lo que pasó en Grecia. En Italia esto culminó con la desintegración de todos los partidos, luego de un proceso de judicialización de la política. No creo que Chile esté en esas circunstancias, pero si no paramos a tiempo, esto puede llevarnos en esa línea. Entonces, primero este tema que ha pasado con Penta, en el que se revela todo un problema de la relación de la política con los negocios, luego aparece lo de Soquimich, donde aparecen nuevamente nombres, y luego viene el caso Caval, con lo de la sociedad de Dávalos. Bueno, eso pone ya no sólo en juego el desprestigio de la política, sino que afecta, incluso, la institución y el liderazgo de la propia Presidenta.

¿Cree que afectó demasiado a ese liderazgo?

Es un daño casi irreversible el que se ha provocado. Si bien puede que no haya delito, hay un hecho que es mucho más grave, que es el concepto que toma la gente de no creer y de perder la confianza en lo que es su liderazgo, y en que uno pueda enriquecerse al amparo de la política.

El gobierno dijo que fue un negocio entre privados…

Fue muy mal tratado el tema. Fue un error cuando el gobierno dijo que esto era algo entre privados. No es una cosa entre privados. Toda persona que cumple una función pública, sea remunerada o no, es una función pública. Además, esto todavía está en desarrollo. No sabemos hasta dónde puede llegar. Nadie puede dejar de tener una opinión crítica sobre esto, en que aparece un banco que le da un crédito a una persona por el hecho, al parecer, de tener un determinado parentesco. Y esa persona termina haciéndose un ingreso de $3 mil millones. Eso es muy dramático.

¿Qué consecuencias le puede traer a su sector en unas próximas elecciones ese daño al liderazgo presidencial?

Creo que ese es un daño que no veo, hasta este momento, si la recuperación pueda producirse o no. Ojalá que pueda ser así. A mí lo que me preocupa es que, más aún con un sistema voluntario, la gente no concurra a votar. Ese sí que es un daño grave, más que si va a afectar a un partido o a una coalición. Puede afectarnos, y nadie puede negarlo, pero el tema es qué pasa si vota el 20% de los chilenos. No nos olvidemos que en Brasil, en un proceso de mucho deterioro, hace muchos años, ganó una elección el hipopótamo del zoológico.

Para algunos analistas, anteriormente Bachelet no se veía afectada por los problemas y tenía una capacidad de "teflón", como que los problemas le resbalaban, algo que también se le atribuía a Evo Morales. ¿Cree que con el caso Caval ella perdió ese atributo?

Sí. Personalmente, creo que le afecta, le afecta a ella. Eso se ve en las encuestas, en las que ella baja. Si bien no lo hace en los términos en los que algunos podrían haber creído, lo más preocupante es que el proceso de deterioro es continuo. No se produjo sólo ahora, sino que desde hace cuatro o cinco encuestas viene en caída. Creí que esto se iba a romper en enero. Tuvo un repunte, pero en febrero se produce una nueva caída.

¿Comparte las críticas de Camilo Escalona al ministro Peñailillo por el manejo de este caso?

No quisiera entrar en ese tipo de… Es muy fácil ser general después de las batallas. Se pudo haber manejado en mejores condiciones, pero  el gobierno y nosotros fuimos sorprendidos por esto. Pero no me importa tanto analizar lo que pasó. Lo importante ahora es tomar esto por las astas y darle realmente una vuelta, como para que de la crisis salgamos con una solución al problema. Ahí voy a lo que anunció la Presidenta: la creación de un consejo asesor presidencial. A mí no me gusta esto del consejo asesor presidencial.

¿Por qué?

Esto no se trata de un consejo asesor presidencial. Esto debe ser equivalente a lo que hizo Aylwin cuando tuvo que tratar el tema de derechos humanos. Debe conformarse una comisión que represente a la sociedad en su conjunto, que le plantee al país qué enmiendas tienen que hacerse sobre la relación entre la política y el dinero, en cuanto a transparencia, conflictos de interés y todo lo que se refiera a darle fe a la función pública.

¿Cuál es la diferencia entre eso y lo que propone la Presidenta?

Este consejo, al igual como lo hizo Aylwin, debe tener cinco o siete personas de la mayor diversidad, en que ellas le planteen al país un diseño de medidas a tomar. Entonces, no debe ser un mero consejo asesor. Esa instancia debe, por su propia decisión, decir qué hacer. No puede ser una simple asesoría.

¿Por qué?

Porque aparece como algo que fuera dependiente del Ejecutivo y de la Presidenta de la República, que también es incumbente en todo esto.

En este contexto, ¿cómo se debe abordar el financiamiento de los partidos? En el oficialismo y la oposición no quedaron conformes con la rebaja en los requisitos para crear colectividades que se incluyó en la reforma al binominal...

Hay que hacer algo de fondo y no paliativo. Tuvimos que pagar un precio para sacar el binominal, que a mí no me gustó. Debiéramos legislar en materia de partidos políticos, para hacer exigencias de tal naturaleza que aquellos partidos que puedan nacer, no lo hagan solamente con 200 militantes. Luego, para que puedan subsistir, hay que exigirles un determinado apoyo ciudadano: el 5% a nivel nacional. El que no lo logre, deja de ser partido. Lo peor que puede pasar es que empiecen a nacer partidos políticos como callampas en todas partes.

Senador, ¿cómo financió usted su campaña?

La última campaña la financié sobre aportes reservados. Creo que fueron $107 millones. Además, con recursos personales. Vendí un par de bienes, más el aporte que recibí por la Ley Electoral. Y tuve un pequeño crédito bancario, que después pagué.

Me imagino que tiene conocimiento sobre cuáles empresas le aportaron plata...

No, no conozco exactamente, porque a ti no te dan el nombre. Ahora, por supuesto, uno tiene una aproximación, porque empresarios, seguramente, y gente que uno le pueda tener confianza, que hayan… Yo no me preocupé nunca de saber quiénes me estaban aportando. Ahora, había mucha gente -siempre sucede eso en las campañas- que te decía que te aportaba, pero si fueran efectivos todos esos aportes que a uno le dicen, el total sería mucho más de lo que uno recibía efectivamente.

¿Qué empresarios le dijeron y quiénes cree que le aportaron?

No, no, no.

¿Le cobraron algún favor después?

No, nunca, nunca. Además, nunca lo hubiera aceptado.

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