BBC: "El revocatorio no va a dar comida a la gente": la visión de José Mujica sobre la crisis en Venezuela

En una entrevista con BBC Mundo, el expresidente de Uruguay, referente de la izquierda en Latinoamérica, instó al gobierno y a la oposición venezolanos a dialogar y dijo que, para él, la solución económica es más urgente que la política.




Un camión cargado de comida desde Brasil urge más que el revocatorio al presidente Nicolás Maduro. Así lo ve el expresidente de Uruguay José Mujica, quien pide acabar con el enfrentamiento en Venezuela y resolver la crisis dentro de América Latina.

"Todo se plantea en Venezuela en términos apocalípticos y creo que lo apocalíptico no da salida", le dijo Mujica, de 81 años, a BBC Mundo en una entrevista en la Universidad de Oxford, Reino Unido, donde protagonizó un encuentro de la Oxford Latin American Society (Sociedad Latinoamericana de Oxford).

Mujica, referente de la izquierda y presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, cree que Maduro está "demasiado cerrado" y le sugiere que pida ayuda a los países de la región para resolver la crisis económica y que le tienda la mano a la oposición.

El expresidente considera algo cíclico la pérdida de poder de la izquierda en una región convulsionada sobre todo por la situación política en Brasil y Venezuela.

¿Cómo está viviendo usted, una persona tan cercana a Luiz Inácio Lula da Silva y a Dilma Rousseff, el juicio político a la presidenta de Brasil?

No veo otra salida que buscar una elección abierta y elegir todo de nuevo. Hay una crisis de confianza en los que se fueron y en los que están y es muy difícil funcionar cuando hay desconfianza.

Brasil tiene una Constitución diabólica, hay más de 30 partidos. Ninguno de los partidos nacionales puede tener mayoría por sí solo en ese parlamento, se requieren alianzas con los locales y los locales piden su precio para hacer alianza.

El parlamento brasilero [sic] por momentos parece una bolsa de comercio más que un parlamento y creo que eso no le hace bien.

Ese problema lo tiene que resolver Brasil porque, si no, tiene una democracia frágil. Un país puede tener un gobierno bueno, malo o regular, pero no puede no tener gobierno.

Venezuela y su gobierno enfrentan también una situación muy difícil. ¿Qué opina?

Lo más triste de Venezuela es que hay una radicalización, que estás conmigo o contra mí, no tiene punto medio.

A la larga o corta se necesitarán líneas de negociar para que el pueblo venezolano se pueda ir autodeterminando, pero no a costa de que unos aplastan a otros. Si no, se hace inviable la sociedad.

Si ése es el camino, puede desembocar en una tragedia, en una guerra y que alguien intervenga de afuera.

Una de esas medidas de autodeterminación es el revocatorio que exige la oposición para poder convocar un referendo sobre la gestión del presidente Maduro. ¿Está de acuerdo con que se celebre?

No va a resolver el problema de fondo, el problema es la voluntad de conversar y dialogar. En ese marco, el revocatorio puede ser muy importante. Se necesitan ciertas reformas económicas que ayuden a resolver el problema económico.

El revocatorio no va a dar comida a la gente ni va a repartir más cosas. Lo más urgente es tratar de resolver lo más grave de la economía. Con esa inflación y disparidad monetaria es muy difícil para cualquiera. Habría que poner un mago al frente de la economía.

¿Qué solución económica propone?

Hay dos cosas: que el petróleo vuelva a valer, cosa que no parece factible en el corto plazo, y ciertos acuerdos de reforma que permitan un respeto a las leyes de la economía más elementales. De momento no hay eso. El problema es hacer entender que se precisa eso.

Y no acosar a Venezuela. Cuanto más acoso, mas paranoia se produce. En los dos bandos.

Hay mucha manija de afuera, mucha intervención de afuera, mediática, y eso no hace más que radicalizar la situación. No hay solución radical.

Es como lo que se planteó en Siria: hay que sacar a éste, al otro. Hace cinco años estamos con eso y mira en lo que desembocamos. La monstruosidad (en la que desembocamos). Cuanto peor, mejor, no. Cuanto peor, peor.

Estamos luchando por la paz en Colombia, con fragilidad, a ver si la podemos resolver y ¿vamos a hacer de Venezuela un teatro de guerra? No. No puede ser.

¿Cuál es esa intervención extranjera de la que habla también el presidente Maduro?

En América Latina, agencias norteamericanas siempre intervienen en todo. Yo no caigo en la bobada de decir Estados Unidos.

Estados Unidos es muy grande y ahí hay de todo. Hay un público en las universidades que es una maravilla, progresista y de ideas abiertas. Y está (Donald) Trump (seguramente el candidato republicano a la presidencia de EE. UU) y el mundo que lo sigue. Todo eso es Estados Unidos.

Estados Unidos nunca va a bajar la visión de un país tan importante como Venezuela con el petróleo ahí al lado y lo va a dejar así.

No me gusta la intromisión. La intromisión siempre es a peor. Todo lo que ha sido intromisión es para estar peor: Irak, Afganistán, Libia, la primavera árabe en Egipto.

Las fuerzas que están en el gobierno venezolano necesitan mirar esto también y tienen que colaborar para que quienes puedan ayudar ayuden.

¿Quiénes son los que pueden ayudar?

Hay muchos en América Latina, no dejemos que (Venezuela) esté sola. Hay mucha gente. Los teléfonos funcionan. Los latinoamericanos queremos arreglar las cosas entre nosotros y tenemos derecho a usar pantalones largos.

¿Por qué no pide ayuda Maduro?

Tendrá sus razones políticas, pero me parece racional que la pida en primer término a los latinoamericanos.

¿Hace alguna crítica a Maduro? ¿Tiene alguna culpa?

Lo veo demasiado cerrado, tiene la estrategia de que si aflojan un poquito, los pasan por arriba. Negociar no es aflojar, es ser inteligente.

¿Con Hugo Chávez sería igual la situación?

No sé si sería distinto, pero Chávez era un formidable negociador, solo hay que ver los conflictos con Colombia cómo los pudo encaminar y los arregló rápidamente.

¿Es ésa la principal diferencia con Maduro?

Pasan por circunstancias distintas. Chávez tenía un peso muy grande político dentro y fuera de Venezuela. No se repiten esos modelos, no están a la vuelta de la esquina. Maduro es más normal, no puede tener el peso de Chávez, es irrepetible.

¿Cómo hacer compatible esa autodeterminación de la que habla, que podría llegar del revocatorio, y la negociación entre gobierno y oposición?

De esto se sale con política, no se sale con vericuetos constitucionales o disposiciones jurídicas. Se sale con política y con voluntad política, la otra salida es una guerra.

¿Y si hay revocatorio y los venezolanos deciden cambiar de gobierno?

Tendrán que resolver lo que hacen, si lo cambian o no lo cambian. Después tendrán que ir a convencer adentro de los cuarteles, lo que hacen o no hacen, como en cualquier lado. Son todo interrogantes.

¿Es tan importante en Venezuela el papel de los cuarteles?

Es un dato de la realidad, en un país hay que mirar lo que hace la opinión pública, lo que hacen los cuarteles, los militares, hay que mirar todo.

¿Quién debe atender a lo que digan los militares?

No puedo medir el grado de influencia de la decisión que tomen los militares. Seguro que hay gente de un lado y gente del otro. Esto puede ser parte del drama.

Lo que tengo claro es que el camino ideal es la autodeterminación de Venezuela y hay que ayudarla a que encuentre un clima que le permita negociar con cordura y empezar a resolver el problema económico y a continuación el político.

Algunos van a pensar lo contrario: arreglar primero lo político y luego lo económico. Tienen su derecho. Pero por la comida la gente no espera a los acuerdos políticos.

Tienen que entrar camiones cargados de comida de Brasil, que es el [país] que está más a mano y es el más grande. Hay que ayudarles y eso es lo primero. Si Venezuela entiende que lo precisa, hay que ayudarla.

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