CON FRECUENCIA reprobamos la creciente importación de palabras inglesas que acoge la lengua española, que rápidamente reclaman presencia en el trabajo periodístico, en particular en textos de Economía y Finanzas (baypass), en Deportes (la reciente Champions League) y también en Cultura. Pero, olvidamos o ignoramos el apreciable número de chilenismos que ha recogido la Academia de la Lengua. El profesor y rector Ricardo Sobarzo escribe y aporta un listado de expresiones propiamente chilenas que, muchas veces, descartamos por considerarlas poco castizas. No obstante, son tan genuinas y puras como aquellas a las que les atribuimos mayor blasón y abolengo.

Algunas voces, como condoro (torpeza grave y vergonzosa), amononar (arreglar con esmero), sapear (vigilar disimuladamente), copuchento (persona que propala noticias exageradas, que abulta las cosas), fome (aburrido, sin gracia), colorín (pelirrojo) y cufifo (ebrio o embriagado) las escuchamos a diario en el lenguaje hablado, pero a la hora de escribir, las evitamos porque nos resultan incorrectas, e incluso chabacanas. Hay muchos chilenismos más, que ya figuran en el diccionario de la lengua y, algunos muy precisos, como condorearse, pituto, apitutado, fome o copuchento. Pero, no se les ve impresos.

Sobre las fobias

Un lector escribe que leyó una carta en La Tercera (24.05) que, bajo el título "Acciones para la inclusión y no discriminación", dice "(...) En este sentido apoyamos el Día Mundial contra la Homofobia, Lesbofobia, Bifobia y Transfobia (…)". Luego, sostiene (con humor, supongo) que "la homofobia es fobia al hombre; la lesbofobia es fobia a la isla de Lesbos; la bifobia es fobia a los binarios y la transfobia es fobia al Transantiago... ¿O no?".

No. Las cuatro palabras tienen sentido propio y figuran en el diccionario de la lengua. La homofobia es la aversión hacia la homosexualidad o a las personas homosexuales; la lesbofobia comprende varias formas de discriminación homófoba y sexista hacia las lesbianas, como individuos, parejas o grupo social; la bifobia es el odio o aversión hacia personas bisexuales; y la transfobia hace referencia a la discriminación y conductas y actitudes negativas hacia las personas transgénero o transexuales.

Todas son voces apropiadas y acogidas. Sofía Barahona, la autora de la carta, usó los términos correctos y sólo cometió el error de escribirlos todos con mayúscula inicial.

El diccionario de la Academia Española de la Lengua debió adecuarse a los usos actuales, principalmente para eludir el empleo de términos que irritan. Así, por ejemplo, eliminó dos acepciones de la voz "maricón" y le quitó carga moral a la definición de "sodomita". También incluyó la voz inglesa gay, como sustantivo y adjetivo, sin variar la ortografía original. El plural aceptado es gais o gays.

Pero, "la lexicografía no puede hacer dejación de su responsabilidad, que es consignar lo que en la lengua existe", señala el académico Pedro Álvarez de Miranda, que fue director de la última edición del diccionario de la Lengua Española. Que un término cambie de definición o se describa como malsonante o hiriente no significa que desaparezca. Solo ha dejado de ser una definición veraz.