Chilenos replican ruta con que se descubrió Cabo de Hornos

Comenzaron en Holanda, en el mismo puerto donde en 1616 embarcó la tripulación que encontraría el lugar.




Kaap Hoorn fue el nombre que los holandeses Willem Schouten y Jacob Le Maire le dieron a lo que hoy conocemos como Cabo de Hornos, uno de los puntos más australes de América. El 29 de enero de 1616 su tripulación lo descubrió y lo bautizó así en honor a Hoorn, el puerto del que habían zarpado ocho meses antes. Aunque en holandés la palabra se traduce como "cuerno", el nombre fue castellanizado y así se conoce hasta hoy.

El 9 de septiembre de 2012, el grupo liderado por el explorador chileno Cristián Donoso zarpó desde el mismo puerto, en un velero de acero. Su objetivo es llegar hasta Cabo de Hornos, tras cruzar el océano Atlántico, a casi 400 años del viaje original. Navegarán una distancia equivalente a un tercio de la circunferencia terrestre, pasando por tres continentes y cruzando las aguas de 14 países. Con ello, replicarán parte del viaje que permitió que los holandeses tuvieran una nueva ruta hacia el Oriente.

Donoso, considerado el mejor explorador chileno de la actualidad, cuenta que la idea original era traer a Chile al "Ladrillero" -velero que consiguió en Holanda para sus futuras expediciones en el extremo sur-, pero allá conoció el vínculo que los holandeses tenían con Cabo de Hornos, incluso existe una fundación (Kaap Hoorn Vaarders) dedicada a la navegación por la ruta. "Todo un museo de lo más austral del territorio chileno, en un rincón de Europa del Norte", cuenta. Con apoyo de Innova Corfo y una serie de empresas, decidieron replicar la travesía como una de las actividades de conmemoración del descubrimiento.

Cruzando el Atlántico

El explorador lidera la expedición junto a su esposa, Fabiola Torres, pero con los meses han sido acompañados por otros tripulantes chilenos, alemanes, polacos, y hasta un perro.

La travesía no ha estado exenta de problemas. El Mar del Norte, tanto o más peligroso que los mares del sur de Chile, los hizo pasar por varios obstáculos; desde zonas con profundidades que no superan los 30 metros, a granjas eólicas con centenares de molinos de viento y grandes embarcaciones a alta velocidad.

Casi pierden al "Ladrillero" por un problema en la hélice y en el Golfo de Vizcaya fueron tildados de locos por atravesarlo en noviembre, cuando el clima lo hace peligroso. "Cuando el mar de fondo se hace contrario a los vientos dominantes, se levantan marejadas enormes, con frentes de olas cruzados, dando lugar a aguas confusas y muy peligrosas", relató Donoso.

El explorador indica que desde el velero, "el planeta parece una esfera muy pequeña. Desplazándote por el agua a una velocidad bajísima, puedes cruzar el planeta de un extremo a otro en poco tiempo".

Esa es una de las cosas que más le ha llamado la atención, pero también, la gran diferencia entre la cultura marítima europea y la chilena. "En los países más desarrollados de Europa, como Holanda o Francia, donde las condiciones de navegación son tanto o más difíciles que en la mayor parte del mar de Chile, la actividad deportiva náutica, en particular el velerismo, se practica en un ambiente de plena libertad", dice.

Hoy, ya han completado gran parte de su desafío, haciendo paradas en ocho países. Actualmente, están en el noreste de Brasil, en el río Paraíba. Sólo en julio podrán seguir hacia el sur, pues el tiempo se los impide en este momento y cerca de octubre deberán enfrentar el paso por Cabo de Hornos, temido por los navegantes por su dificultad, pues las ráfagas de viento superan los 100 km/h. Pero Donoso confía en lograr la hazaña, tal como Schouten y Le Maire hace casi 400 años.

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