Crítica de cine: La última cima
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Si el papel lo aguanta todo, la pantalla de cine también. Esta debe ser la película más singular, por utilizar un término amable, que ha llegado a salas en mucho tiempo. Se trata de un documental sobre Pablo Domínguez, un carismático sacerdote español que falleció mientras descendía del Moncayo, la última cumbre ibérica que le quedaba por subir, puesto que escalar era su pasatiempo. Hasta ahí todo bien: la premisa despierta curiosidad y sabemos, además, por la historia del cine, que el sacerdocio ha inspirado varias buenas películas. Lo singular llega cuando uno repara en que La última cima está más cerca del panfleto institucional que de cualquier otra forma de cine. Y no porque su punto de vista sea asumidamente religioso, lo que es válido, o porque se ocupe de un cura bueno, que los hay y muchos; sino por sus múltiples trampas narrativas, como el invitar a creer que existe una persona carente de defectos o que el sacerdocio es la mejor de las vocaciones, y lo débil que es como obra audiovisual, con una estructura dramática inexistente y una estética impostada que guiña con torpeza a la juventud, como si se tratara de un mal programa de MTV. La cinta llega precedida de un gran éxito de taquilla en España. Misterios de la fe.
La ultima cima
Dir.: Juan Manuel Cotelo
Documental. 82 minutos.
España, 2010. Todo espectador.
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3.