El día en que golpistas "asesinaron" a Hitler y tomaron el control de Berlín

El 20 de julio de 1944, oficiales de la Wehrmacht y políticos activaron un plan para derrocar al régimen nazi.




En 1938, antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de oficiales de la Wehrmacht (ejército alemán) empezó a conspirar para acabar con el régimen nazi liderado por Adolfo Hilter, pero los éxitos en la primera etapa de la guerra y el imparable avance de las tropas del Tercer Reich frenaron cualquier movimiento opositor. Los nazis gozaban con el apoyo mayoritario de la población germana.

Pero este escenario cambió radicalmente con el inicio de la invasión a la Unión Soviética. Hitler abrió un nuevo frente que desangraba al ejército alemán. Ya con los rusos avanzando a Alemania, el grupo de conspiradores tomó mayor cuerpo y organizó un golpe de Estado, que debía pasar por el asesinato los tres mayores líderes del régimen nazi: Hitler, Goering y Himmler, y luego activar un plan ideado por los propios nazis para tomar el control de la capital en menos de una hora.

El plan: control de Berlín, anunciar gobierno y negociar la paz

Los conspiradores dieron con un elemento del régimen nazi que sería clave para el golpe: la operación Valquiria, un plan de emergencia ideado por los nazis para controlar en Berlín un alzamiento popular o de esclavos contra el gobierno, que se basaba en un rápido movimiento de las fuerzas de reserva, que tomarían rápidamente todos los puntos clave de la capital. Entonces, la idea de los golpistas era asesinar a Hilter y activar la Operación Valquiria.

Una vez controlada Berlín se presentaría al nuevo gobierno, formado por políticos de todas las tendencias (derecha, socialistas y monárquicos). El general Ludwig Beck asumiría como Presidente del Reich; el político conservador y de tendencias monárquicas Carl Friedrich Goerdeler quedaría como canciller; en el Ministerio del Interior estaría el político socialista Julius Leber, mientras que a cargo de la Wehrmacht estaría el mariscal de campo Erwin von Witzleben.

El atentado

El 20 de julio de 1944, el coronel Claus von Stauffenberg viajó a la Guarida del Lobo donde participaría en una reunión con Hitler y otras líderes del ejército. Von Stauffenberg ya había estado en otras dos ocasiones con Hitler portando una bomba, pero no la detonó porque no estaban Goering y Himmler. Sin embargo, ahora ya no había tiempo, pues la Gestapo estaba cerca de los golpistas.

Ese día, hace 71 años, Von Stauffenberg dejó la bomba a los pies de Hitler y salió de la reunión. Vio cómo estalló y destruyó casi toda la sala. Era imposible que el dictador sobreviviera, pensó el golpista, pero lo que no supo es que el maletín que portaba la bomba había sido cambiado de posición por un ayudante que se tropezó él. La bomba, entonces, mató a cuatro oficiales y dejó gravemente heridos a otros cinco, pero Hitler resultó con heridas muy leves.

El coronel anunció la muerte del dictador y en Berlín los golpistas iniciaron la Operación Valquiria. A los 12.40 estalló la bomba y las 15 horas las tropas de reserva controlaban Berlín. Incluso, Joseph Goebbels fue cercado en su ministerio. Toda la tarde pasó bajo una alta tensión con informaciones cruzadas sobre la suerte de Hitler tras el atentado, pero a las 19 horas llegó el momento clave, cuando el Fuhrer llamó a Goebbels y éste lo contactó con las tropas que lo cercaban. Ahí, los reservistas tuvieron la confirmación de que Hitler estaba vivo.

Tras el fracaso del golpe, rápidamente se inició la represión: Von Stauffenberg y otros tres cabecillas fueron fusilados antes de la medianoche del 20 de julio y luego vino una caza de brujas que dejó 5.000 arrestos y 200 ejecuciones de opositores.

Se estima que de haber resultado este golpe, Alemania habría capitulado de inmediato y se habrían evitado cerca de 10 millones de muertes a consecuencias de la guerra.

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