El dilema entre el voto voluntario y el obligatorio en América Latina

Tras las elecciones en Colombia, donde la concurrencia no superó el 50%, surge un nuevo debate.




Pese a que la participación electoral en Colombia subió en la segunda ronda presidencial del domingo pasado con respecto de la concurrencia a las urnas en la primera vuelta e incluso frente a los comicios de 2010 y de 2006, algunos sectores y analistas se preguntan si no es momento de cambiar el modelo para imponer la obligatoriedad del voto, como ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos. De hecho, en Sudamérica el voto es voluntario solo en Colombia, Venezuela y, recientemente, Chile.

El debate surge por el hecho de que en los comicios del pasado domingo, donde resultó reelecto el Presidente Juan Manuel Santos, concurrió a votar solo el 47,89% de las personas con derecho a hacerlo. En la primera ronda había concurrido menos aún: el 40,07%, mientras que en los balotajes de las elecciones presidenciales de 2006 y 2010 hubo una participación de 45% y 44%, respectivamente. Eso sí, no se pueden descartar como efectos que complican la participación, las cinco décadas de conflicto armado o la difícil movilidad en algunas zonas del país.

"Esta indiferencia frente a los procesos electorales ha disparado las alarmas no solo en los partidos políticos, sino en amplios sectores de la sociedad civil que ven con preocupación como una de las democracias más antiguas de América Latina, enfrenta una profunda crisis en materia de participación. Ante esta situación, han empezado a surgir propuestas como la de promocionar la importancia de la democracia desde la etapa escolar, aumentar los incentivos a los colombianos para que salgan a votar o, incluso, establecer de una vez por todas el voto obligatorio", destacó el diario colombiano El País.

Chile pasó de altos niveles de participación en los comicios presidenciales de más del 80%, cuando había inscripción voluntaria en los registros electorales y voto obligatorio, al 41% en la segunda ronda de 2013 donde Michelle Bachelet ganó un segundo mandato no consecutivo, ocasión en la que estaba vigente la nueva normativa que instaló la inscripción automática de todos los ciudadanos mayores de 18 años, pero sin la obligatoriedad de concurrir a las urnas. Sin embargo, no es real el paso del 80% al 40% en la participación, ya que antes del cambio legal el desinterés de participar en las elecciones se estaba reflejando de manera alarmante por la no inscripción de los más jóvenes en el padrón electoral.

Venezuela destaca como uno de los países con alta participación pese a contar con voto voluntario. En este caso estaría influyendo la alta polarización del país, entre oficialistas y opositores, y la presencia de un líder que no deja indiferentes, como es el caso de Hugo Chávez, fallecido en marzo de 2013. Incluso, su figura estuvo igualmente muy presente en las elecciones que se celebraron al mes siguiente de su fallecimiento. A eso se suma el aparato partidario chavista que mueve de manera efectiva a sus militantes y seguidores a los centros de votación.

En todo caso, el que en teoría sea voto obligatorio no implica que siempre haya medidas que sancionen la inasistencia a las urnas. Ese es el caso de México donde los electores no corren el riesgo de ser castigados o amonestados por no votar. De todas formas, registran una participación aceptable que ronda el 60%. El caso opuesto es la situación en Perú donde hay sanciones por no sufragar y el no hacerlo les complica incluso la vida cotidiana como el acceder a un puesto de trabajo o cobrar un cheque.

De la misma forma, el voto es obligatorio en Argentina, pero las sanciones no se aplican. La participación depende también mucho del ambiente y humor político que se vive en el país, golpeado en los últimos años por una serie de crisis económicas, el serio daño al tejido social y el desprestigio de la política, a lo que recientemente se suma la creciente polarización entre kirchneristas y opositores.

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