Histórico

El significado de la muerte en México es rescatado en libro

La autora Josefina Estrada investigó los diversos significados que se le atribuyen, y cómo eso incide en la violencia de los crímenes del narcotráfico.

Se sabe que la muerte es uno de la instancias más poderosas en la imaginería y cultura popular en México, donde se le celebra y "festeja" de variadas formas.

Por ello, la crueldad de los crímenes que las bandas organizadas y de narcotraficantes perpetran a diario en el país se alimenta de esa importancia dada a la muerte en el país, que la respeta y venera en variadas manifestaciones artísticas y religiosas.

Esa es una de las tesis que trabajó la escritora mexicana Josefina Estrada, autora del libro Señas particulares (Random House), en el que se adentra en el mundo del crimen, los forenses y los muertos que nadie reclama.

Decapitaciones y otras maneras violentas de "desacralizar" el cuerpo, usadas habitualmente por los narcotraficantes, apelan al intenso sentido de "respeto" que tienen los mexicanos por la "Catrina", como se le llama en el país a la figura de la muerte, dijo la escritora.

En lo que va de año, las acciones del crimen organizado han causado, según cifras extraoficiales, cerca de 3.000 muertos en México, muchos de los cuales aparecieron con cabezas cercenadas y otras con muestras de violencia extrema.

"Estas manifestaciones no insensibilizarán a los mexicanos, porque el suyo es un país que recuerda la violencia como algo trágico y no la olvida", aseguró la autora.

"Cuarenta años después se sigue recordando (la matanza de) Tlatelolco", apuntó Estrada, sobre la masacre de cientos de estudiantes a manos del Ejército el 2 de octubre de 1968.

Los mexicanos observan la muerte con "reverencia", pero también con cierta mirada lúdica, herencia en parte de sus tradiciones prehispánicas.

Estrada investigó sobre la muerte de Ciudad de México, una de las urbes más pobladas y consideradas de las más peligrosas del mundo, para descubrir que "la primera causa de fallecimiento no es la violencia sino los atropellos".

Precisamente de los casos que más llamó su atención fue la del atropello y muerte de un hombre de unos 50 años, que portaba más de 40 tatuajes, muchos de ellos con nombres de mujer escritos en sus dedos.

Nadie reclamó el cadáver del desconocido, por lo que fue enterrado en la fosa común de la urbe, situada en el Panteón Dolores, el cementerio más grande de América Latina, sin que ni una sola de esas mujeres se interesara por su suerte, dijo la escritora.

También ensalza en su obra la habilidad de los forenses con el caso de una niña ahogada en los canales de Xochimilco en el sur de la ciudad, ya que la autopsia reveló que no había agua en sus pulmones por lo que se determinó que llegó muerta al canal.

Los profesionales de la muerte no han perdido su sensibilidad pese a lo cotidiano de la presencia de la Parca entre ellos, opinó la escritora.

¡Celebra el Día del Amigo con descuentos!

Digital + LT Beneficios$1990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE

Servicios