Investigadores encuentran un "jardín secreto" bajo los hielos de la antártica

<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El descubrimiento de una comunidad de 4 mil especies de microbios viviendo a 0ºC, nuevamente plantea interrogantes sobre la existencia de vida capaz de sobrevivir en entornos similares a planetas como Marte.</span></font>




A 800 metros de profundidad bajo el hielo de la Antártica, sumergido en la oscuridad y el frío, el lago Whillans permaneció aislado de la superficie durante miles de años. Los investigadores acaban de descubrir que allí viven cerca de 4.000 especies de microbios en aguas a 0ºC.

El análisis del agua y los sedimentos recogidos en el lago Whillans puso en  evidencia la existencia de una "comunidad microbiana" de una asombrosa  complejidad: muchas de las bacterias que componen este caldo de cultivo glaciar  son capaces de utilizar los minerales del subsuelo para producir su energía vital y obtener en el CO2 el carbono necesario para subsistir.

"Dado que se estima que hay más de 400 lagos subglaciares y numerosos ríos  bajo el casquete polar de la Antártica, este tipo de ecosistema podría ser  frecuente", destaca el estudio publicado el miércoles en la revista Nature.

Desde hace décadas, los científicos intentan determinar si ciertas formas  de vida pudieron perdurar o evolucionar por separado bajo las inmensas  extensiones congeladas de la Antártica.

En enero de 2012, tras 20 años de perforaciones, un equipo ruso logró  llegar al Vostok, del tamaño del lago Ontario y situado en uno de los lugares  más inaccesibles de la Tierra, a 3.769,3 metros de profundidad, en el este de  la Antártica.

El análisis de las muestras obtenidas en ese lago, cortado del mundo  exterior durante más de 10 millones de años, había inicialmente puesto en  evidencia la presencia de microorganismos, algunos de ellos desconocidos hasta  el momento.

Pero luego se pensó que las técnicas de perforación empleadas por los rusos habían provocado la contaminación de las muestras con microbios de la  superficie, lo cual puso en duda la validez de los análisis.

El equipo del proyecto WISSARD, enteramente consagrado al estudio del lago  Whillans, intentó repetir el experimento tomando todas las precauciones para  evitar contaminar el lago.

¿Y en otros planetas?

Los investigadores, principalmente de nacionalidad norteamericana, utilizaron en particular un sistema de inyección de agua caliente filtrada y  desinfectada con rayos ultravioleta para excavar en el hielo que cubre el lago un pozo de 60 cm de diámetro. Aseguran haber limpiado rigurosamente sus aparatos y herramientas en cada operación.

Según las muestras obtenidas, la profundidad del lago en el punto de perforación es de 2,2 metros y la temperatura del agua, que proviene  principalmente del hielo fundido por el efecto del calor del subsuelo, es apenas inferior a los 0ºC.

Un análisis genético de los microorganismos presentes en el agua del lago permitió identificar la presencia de 3.931 microbios o familias de microbios.

De ese total, un 87% pertenece a la familia de las bacterias y 3,6% se clasificaron en la de las Archaea, también denominadas "arqueobacterias" aunque  sus mecanismos biológicos sean bastante diferentes de las bacterias. Unos 793  organismos no pudieron ser clasificados.

Una gran cantidad de microbios que viven en el lago Whillans parecen capaces de utilizar el nitrógeno, el hierro o el azufre presentes en el agua y  los sedimentos rocosos para producir su energía, según el estudio.

"Sumergida a 800 metros de profundidad bajo el hielo de la Antártida existe  una parte aún inexplorada de nuestra biosfera. El proyecto WISSARD ha revelado una muestra de vida microbiana oculta bajo los más de 13 millones de km2 de casquete polar", resume Brent Christner, principal autor del estudio, en un comunicado de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) de Estados Unidos.

El descubrimiento de un ecosistema rico y complejo en un medio al parecer  tan estéril como la Antártida "plantea interrogantes acerca de la existencia de  microbios que se alimentan de las rocas bajo el hielo que cubre los cuerpos celestes como Marte, por ejemplo", estimó en un comentario publicado por separado por Nature el glaciólogo británico Martyn Tranter. No por casualidad la agencia espacial estadounidense (NASA) también participó en el proyecto.

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