Jorge Correa Sutil, ex subsecretario de Interior (DC): "La Nueva Mayoría como la hemos conocido va a desaparecer"

El abogado afirma que el bloque de gobierno "como está y por pura inercia no tiene proyección". Sobre la campaña de 2017 agrega que una coalición "no puede reunirse por la popularidad de una persona".




"No veo señales de que las fuerzas políticas vayan a abandonar al gobierno, pero me parece que la Nueva Mayoría se puede desarmar por varios motivos".

Ese es el diagnóstico que Jorge Correa Sutil, abogado, 61 años, ex subsecretario del Interior en el gobierno de Ricardo Lagos, ex ministro del Tribunal Constitucional, columnista y panelista radial hace justo en la semana que su camarada Jorge Burgos renunció al gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet.

Más allá de la atención que le provocó la salida de su amigo, Correa centra su preocupación en el destino del bloque oficialista, el que, afirma, con su actual fisonomía tiene escasas posibilidades de sobrevivencia.

En una columna publicada en El Mercurio, usted planteó que el cansancio del ex ministro Burgos no era por problemas de salud, sino que por el cargo, ¿quién lo cansó, la Presidenta, la Nueva Mayoría?

Jorge tuvo una tarea muy difícil. Para evaluar su función hay que pensar que partió en el cargo cuando las noticias políticas emanaban casi exclusivamente desde el Ministerio Público. Los ministros que le precedieron hablaban más de su defensa y del modo cómo se había financiado la precampaña de la Presidenta. Entonces el nuevo gabinete, con Jorge Burgos a la cabeza, tuvo una tarea bien titánica que fue volver a situar a la política en su propio territorio. Sacó adelante la agenda de probidad y le devolvió el aplomo al gobierno. Jorge representó bien a su sector y a un cierto estilo político que viene de la Concertación más sereno y menos confrontacional, y jugó más bien de contención que de creación. Eso provoca mucho desgaste y de seguro más de un problema para el gobierno.

Por las características de Burgos siempre se asumió que llegaba para jugar ese rol, el de alguien moderado, dialogante, entonces es un poco contradictorio que se le nombrara esperando que hiciera otra cosa.

Es que la pregunta habría que hacérsela a la Presidenta que lo puso en el cargo. Imagino que las características de Jorge no pueden haber sido desconocidas para ella, eso es imposible y espero que algo de eso haya sido lo que se buscó al nombrarlo. Pero ese estilo, esa impronta naturalmente tenían que generar tensiones con un gobierno muy desordenado, en una velocidad de vorágine, con un voluntarismo muy fuerte y que reconocía muy poco su fracaso político.

¿Se estiró mucho esta relación?, ¿se debería haber acabado con la primera renuncia cuando la Presidenta lo excluyó del viaje a La Araucanía?

Si uno mira el abrazo y las palabras que se dijeron, que creo fueron sinceras, ahí hubo una relación, una relación con diferencias, pero muy franca. Y las relaciones francas pueden producir dificultades, pero ahí no hay una enemistad personal como algunas tesis pretenden postularlo.

Pero esto es una relación política no de amistad.

Sí, y en esta relación política hubo mucho desgaste.

En su columna también planteó que con la designación de Mario Fernández la Presidenta trata de mantener la unidad de la Nueva Mayoría, ¿por qué hace esa lectura?

Porque Mario Fernández tiene muchas coincidencias con Jorge. Es un hombre de la DC, es un hombre que jugó roles muy importantes en la Concertación. La Presidenta no puede si no saber que Mario Fernández puede y debe continuar representando esa sensibilidad que está muy presente en la Nueva Mayoría que tiene mucho de la vieja Concertación. Mario es más sereno que confrontacional, más reformador que refundacional. Supongo que la Presidenta lo ha traído porque sabe que Mario representa eso, a una parte muy significativa de la DC, a la Concertación.

Entonces, ¿si no era alguien de esas características, se quebraba la Nueva Mayoría? 

No sé, es muy difícil, yo no veo señales de que las fuerzas políticas vayan a abandonar al gobierno, pero me parece que la Nueva Mayoría se puede desarmar por varios motivos: uno, que la tensión se haga imposible; dos, porque algún sector no se sienta representado por el gobierno; tres, porque no logra resolver sus problemas en el largo plazo y cuatro, por algún resultado electoral muy desastroso.

¿Las tensiones entre los dos polos de la Nueva Mayoría, el más de derecha representado por la DC y el más de izquierda, van a desaparecer con Fernández? Es un poco utópico pensar así. 

Mario va a continuar representando a un sector más moderado de la Nueva Mayoría, eso es así, pero él tiene dones personales para manejar las tensiones que se puedan generar a partir de eso. El entiende muy bien la política, entiende muy bien cuál es el rol de un ministro en un régimen presidencial, es un hombre de muy buen carácter, tiene muy buenas relaciones en el Congreso, es muy pragmático. Cuando hay que entrar en negociaciones, Mario Fernandez, sabe que los gobiernos se miden por lo que realizan y no por los testimonios que dan. Todo eso puede ayudar a que siendo un fiel representante de la DC, maneje su cargo sin producir conflictos.

No será que el problema está en este bloque político llamado "Nueva Mayoría" que tiene tantos miembros. Por ejemplo se  han hecho no sé cuantos cónclaves, se han fijado 15 veces las prioridades legislativas y al cónclave siguiente se vuelven a cambiar y después de nuevo.

Este no es un problema de cónclaves, ni menos de producir cónclaves que terminen con una consigna  que nadie entiende. Este es un problema de tener la capacidad de definir con claridad qué se quiere y puede hacer sin producir efectos indeseados, iniciativas que sean capaces de producir una adhesión ciudadana y técnicamente bien hechas. Esa es una tarea sectorial de cada ministerio pero que tienen que apoyar desde el gabinete político.

El jefe de los diputados de la DC dijo que la Nueva Mayoría se había terminado, ¿es una exageración retórica o hay algo de eso?

Yo creo que la Nueva Mayoría como la hemos conocido va a dasaparecer. Yo soy de los que defiende y cree en la existencia de una coalición de centroizquierda, pero esta Nueva Mayoría no va a permanecer.

¿Por qué?

Le reitero mi deseo de que persista una coalición de centroizquierda, pero la Nueva Mayoría, como está y por pura inercia no tiene proyección. Muchos de los que estamos dentro podemos permanecer unidos, la condición es clarificar el proyecto político y el proyecto político debe definirse en relación al modelo socio económico que se quiere construir.

Bajo la consigna de una crítica al modelo se esconden proyectos políticos diversos, que hay que examinar hasta dónde coinciden, en un ejercicio de sinceridad que no hemos tenido. Yo veo al menos tres: Uno es la necesidad de mejor regulación y controles sobre los agentes del mercado y de un Estado más profesional y ágil para esa tarea de evitar los abusos a usuarios y consumidores. En eso vamos a coincidir todos; la pregunta allí es cómo producir eso sin paralizar las inversiones, pero esa es una discusión de medios, de técnicas, no de fines. Otro modelo es el de un Estado con una cierta mayor presencia en proveer salud, educación y seguridad social. En ese objetivo también hay coincidencias, pero también diferencias importantes. Por ejemplo, la DC postula la provisión mixta en educación, la libertad de enseñanza junto al derecho a la educación. Proyectar la coalición requiere precisar con claridad, negociando, cuánta presencia del Estado y cuanta privada y con cuál y cuanta regulación. Ese debate nos tensiona y puede dividirnos, pero debemos hacerlo, peor es esconderlo. Un tercer modelo es más abiertamente socialista, con un Estado propietario de medios de producción. No veo a la DC en ese proyecto.

¿Y no se dio esa discusión en el programa de Bachelet?

La consigna crítica del modelo permitió aglutinar, pero las coaliciones políticas no se sostienen en una crítica compartida, sino en un proyecto común.

¿Evitaron ese debate para no tensionar la campaña o para colocarse en el poder?

A la Concertación, la falta de mayorías parlamentarias le permitió, más de la cuenta, decir que no podía hacer más por culpa de la derecha. Eso fue cierto, pero ayudó poco a precisar lo que de verdad se quería. Era difícil aceptar también la conformidad con un mercado que la asociaba con Pinochet. Esto lo retrata bien un lúcido ensayo reciente de Daniel Mansuy. A la naciente Nueva Mayoría le hizo mal la popularidad de Bachelet. Delegó en exceso en una persona definir el rumbo. Eso cobra ahora la cuenta cuando unos les dicen a otros que ponen demasiados matices o que se exceden en los afanes refundacionales. Hasta acusaciones de traición se tiran por la cabeza. Todo eso ocurre por no haber negociado más sinceramente los acuerdos.

¿Echa de menos a la Concertación?

No, a pasar de sentirme orgulloso de muchos de sus logros, me parece que le faltó explicitar el proyecto y defenderlo en el debate público. No comparto la crítica que sólo la mantenía unida el afán de poder, había un espíritu común, pero ese, para evitar tensiones internas, terminó por no explicitarse. Nadie puede pedir el voto, la confianza ciudadana, si no explicita su proyecto y la Concertación terminó por no hacerlo. Tampoco me siento orgulloso del grado en que nos acercamos al poder del dinero. No se trata de combatirlo, se trata de mantener la independencia del juicio político.

Pero si se da ese debate ¿se puede mantener una coalición tan diversa? 

No estoy seguro, pero lo que me parece claro es que sin ese debate no hay proyección posible, ni oferta política viable. Tampoco se trata de un matrimonio para toda la vida, con absoluta coincidencia en todo. Pueden ser pactos por un tiempo, ojalá por 8 o 12 años. Un solo Gobierno es enteramente insuficiente. Eso fue lo que no entendimos en la última campaña. Una coalición no puede reunirse en torno a la popularidad de una persona.

Ya lo hicieron con Bachelet.

Eso no se va a volver a dar.

¿Por lo que ha pasado en este gobierno o porque no hay nadie con la potencia electoral que tenía Bachelet?

Porque no hay confianza tampoco. El país no va a volver a entusiasmarse en ninguna coalición ni candidato sobre la base de espíritus, de imaginarios. Vamos a tener que hablar de proyectos políticos, de cosas concretas.

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