Jorge Valdano: "Sampaoli te acribillaba; su afán de curiosidad era inmenso"

El argentino, una de las voces más autorizadas del fútbol mundial, ya tiene en la cabeza la Copa América.




A unos meses de cumplir 60 años, Jorge Valdano (Las Parejas, Argentina, 1955) ya no es el entrenador que fue. Borró hasta la nostalgia. Pero en su vida siempre habrá goles, futbolistas que le inviten a exagerar con la palabra y equipos que le convenzan como esta selección chilena de Sampaoli. "Me identifico con su ansía de conocimiento". De ahí el placer de escuchar a Valdano: una voz  culta, distinta y llena de fe en el fútbol, auténtico reflejo de su personalidad. "A los que saben siempre se les respeta".  Quizá por eso Valdano ha sobrevivido a tanta locura. Fue capaz de dejar de ser entrenador por voluntad propia y, antes de hacerse mayor, de ser campeón del mundo en México 86. Hoy, sigue siendo su recuerdo favorito en un hombre que, a la orilla de los 60 años, no se separa del pasado. Sigue teniendo un aspecto impecable en el que el afecto impone su ley. Hace tantas cosas que ya no se sabe cuál es la primera de todas: escritor, conferenciante, ejecutivo y hasta comentarista, como lo será para la TV Azteca de México en esta Copa de América, que ya pisa fuerte en su corazón. "Messi jugará con la camiseta del equipo que yo amo", explica en Madrid, donde fijó su residencia. "A partir de la próxima semana ya me iré a México, donde tendré un programa por las noches durante la Copa".

Los años pasan, pero uno prefiere no olvidarse de lo que Valdano aportó al fútbol.

Bueno, mi carrera como entrenador fue muy corta.

Siempre nos quedamos sin saber por qué.

Creo que la tarea de entrenador sólo es apta para gente obsesiva, y yo ya viví esa época. La tuve y si volviera a vivir tres vidas me gustaría que una de ellas fuese de entrenador. Pero ahora mismo soy inmune a esa nostalgia.

¿Se puede vivir sin nostalgia?

Yo sí, en la vida hay que mirar hacia adelante, nunca hacia atrás. Por eso no echo de menos el pasado, no me extraña mi condición de ex jugador, porque contaba con ella: nosotros no somos actores ni músicos ni escritores. Y después, cuando me hice entrenador, descubrí que no es una buena idea dedicarse a una sola cosa y que vivir para el fútbol las 24 horas del día no es el modo de honrar la vida que quiero. Yo soy más inquieto que todo eso. Necesito dispersarme, acercarme y alejarme del fútbol permanentemente.

Entonces no le puedo pedir ahora que se ponga en la piel de Sampaoli.

Sí, perfectamente, porque me habla de un hombre apasionado, que ha desarrollado una tarea importante y que ahora está ante el desafío de su vida y al que le deseo toda la suerte del mundo. Es un desafío honesto, largamente esperado por él, capaz de absorberle en su caso las 24 horas del día. Pero esto es positivo, porque él quiere vivir así.

¿Y usted? ¿Qué impidió que Valdano fuese seleccionador?

Quizá es que me encontré con un problema: para los españoles era argentino y los argentinos me consideraban español y en una carrera tan corta de entrenador como la mía nunca apareció esa posibilidad.

¿Y entonces de qué equipo va a ser usted en esta Copa de América?

De Argentina siempre, máxime con el placer de ver jugar a Messi con una camiseta que amo. Estoy acostumbrado a verle siempre en el otro bando y aun así lo disfruto como rival; así que ahora, que lo sentiré dentro de los míos, en un momento tan especial, tan bueno para él, con la certeza total de que ha recuperado su nivel.

Visto así, el triunfo de Argentina es inevitable.

No, no puede ser que un futbolista solo tenga una influencia tan grande que te vaya a asegurar un campeonato, ni mucho menos hablar de obligaciones. Soy incapaz de hacerlo y me niego a adjudicar a Messi una responsabilidad que no le corresponde.

¿Quién está obligada a ganar entonces?

Nadie. Al menos, en un deporte como el fútbol en el que también influye el azar, como demuestra la historia. Pero si hablamos de favoritos acepto que Argentina ahora mismo encabeza esa lista. Quizá también Brasil pueda estar cerca y hay dos selecciones que me inspiran que pueden realizar un gran campeonato, como Colombia y Chile.

Precisamente, de Chile quería hablar con usted: el país se levanta soñando con este campeonato. 

Pero eso es normal, porque la condición de local te da ese impulso y el equipo cumple esas promesas con un grupo de calidad edificado en torno a tres futbolistas  estupendos, como Bravo, Arturo Vidal o Alexis, que lo fortalecen. ¿A qué no se puede aspirar con todo ese potencial colectivo? ¿A qué no se debe aspirar? Me parece una pregunta lógica, asociada a la demanda de todo un país, en un campeonato que tendrá un nivel extraordinario. Por eso uno también debe saber medir o ser cuidadoso con su condición de local como nos demostró Brasil en el último Mundial.

Sampaoli, por ejemplo, habla de jugar "con once kamikazes".

Pero es que él es así. Responde al retrato de un hombre apasionado que ha sabido inculcar a su gente lo que busca, esa selección chilena tan apasionada, tan aguerrida, tan emotiva. No me parece mal.

¿Y en qué se parece eso a su modo de entender el fútbol?

No tengo nada que reprocharle. Me puedo identificar totalmente con él, porque es un hombre tan apasionado por esto como lo fui yo en mis inicios de entrenador. Y, sobre todo, porque Sampaoli responde al retrato del hombre que quería ser. Mire, yo le conocí hace muchos años en uno de mis viajes desde España. Me lo presentó mi hermano y vino a verme a mi pueblo y desde entonces, desde aquella cita, en la que él era un absoluto desconocido, aprendí que de ese hombre se podía esperar cualquier cosa.

La prueba es que nosotros estamos personalizando la conversación en él. 

Bueno, pero es que entonces me sorprendió totalmente. Superaba con creces la primera condición que debe tener un entrenador, la de estar obsesionado, porque era un hombre que lo preguntaba todo, que quería saberlo todo, que te acribillaba a preguntas. Pero tenías que entenderlo. Todas esas preguntas formaban parte de su esfuerzo por acumular conocimiento. Su afán de curiosidad era inmenso. Por eso una vez que han pasado los años y he visto que ese tipo apasionado, que lo anotaba todo, que no dejaba pasar nada, ha triunfado, me alegra mucho.

El triunfo de la obsesión entonces.

O de la pasión. Entre las características de Sampaoli, la pasión también es insustituible. Y eso se ve en la propia selección chilena, que juega a un ritmo muy alto y que, sin embargo, no especula. Por lo tanto, ése es un modo de tratar la pelota que yo defiendo, porque me gusta, porque me parece un desafío generoso, que no se desequilibra nunca e insisto que muy ligado a todo lo que dejó Bielsa en ese equipo.

En su libro Los once poderes del líder' habla del liderazgo. ¿Podría ser Sampaoli el protagonista de ese libro?

Hoy en día, el entrenador actual tiene que ser así, una de las cosas que nos ha demostrado la sociedad actual es que cada vez es más difícil imponer, ya no es como antes. Por eso los entrenadores, más que nada, negocian con los jugadores. Porque es evidente que sí, que el poder de los entrenadores ha crecido, pero también lo ha hecho el poder de los futbolistas. Y entonces las relaciones se mejoran a través del afecto, y no del miedo. Y máxime en el fútbol de hoy en el que yo veo que el  miedo ya tiene un recorrido muy corto.

Si no gana Argentina, entonces usted ha dicho que quiere a Chile ¿no?

O a Colombia, también me gustaría, porque Pekerman ha logrado un bloque muy equilibrado de buenos futbolistas que en el pasado Mundial demostraron que también podían ganar los partidos sin más posesión que sus rivales. Y en el caso de Chile, sí, ya he explicado lo que me transmite un gran equipo, quizá en el momento de su vida.

¿Y el gol? ¿Quién hará el gol, porque el gol no sobra en Chile? ¿Cómo se soluciona eso?

Uff, difícil, porque el gol tiene nombre propio, es un problema de especialistas y ahora no existe gente como Caszely, Salas o Zamorano. Pero, claro, eso no depende de nadie, ni siquiera de los entrenadores. El goleador nace, no se hace.

¿Se acuerda del larguero de Pinilla a Brasil en Belo Horizonte que pudo cambiar la historia en el último minuto de la prórroga?

Lo recuerdo perfectamente, sí, porque resumió la diferencia entre la suerte y la mala suerte, la importancia del azar que siempre pide su parte en un juego como éste.

¿Y entonces?

No sé lo qué pasará, porque hablamos de un torneo  de una calidad extraordinaria.

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