La controvertida historia de Chuck Blazer, el delator que remeció a la FIFA

Tras verse acorralado por corrupción, debió colaborar con el FBI para evitar la cárcel. En 2008 estuvo en Chile, en el contexto del mundial femenino Sub 20.




Su labor recibe muchos nombres en el mundo: "Sapo", "soplón", "topo", entre otros. Pero para hacer posible el operativo que llevó a la detención de varios miembros de la FIFA a pedido de la fiscalía de Estados Unidos, debió intervenir un personaje central en esta historia.

Él es Chuck Blazer, estadounidense, ex presidente de la Concacaf y por mucho tiempo alto funcionario de la FIFA. En específico, hasta 2013 cuando fue suspendido de sus labores por corrupción: fue acusado de apropiarse de 21 millones de dólares de su confederación. Acabó expulsado de ella y de la entidad con sede en Suiza.

A partir de ese momento, el FBI rastreó sus pasos, hasta acorralarlo. Blazer se declaró culpable de soborno y debió convertirse en colaborador de las autoridades. Era eso o la cárcel. Prefirió delatar a los que fueron sus pares en la FIFA.

Con más de 200 kilos y una barba que lo asemeja al "viejito pascuero", Blazer comenzó a colaborar con el FBI durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En el marco del evento deportivo, organizó reuniones con altos dirigentes del fútbol con un micrófono oculto en un llavero, que a su vez estaba escondido dentro de su ropa. En las conversaciones salieron varias revelaciones hoy utilizadas por los persecutores.

Por este "trabajo", a Blazer se le pagó un departamento de 6 mil dólares mensuales. Sin embargo, la residencia la ocupó exclusivamente para cobijar a su numerosa colección de gatos.

Chuck Blazer fue quien lideró la delegación de la FIFA durante la Copa del Mundo femenina Sub 20, que se desarrolló en nuestro país. En Chile, su figura fue bastante recurrente en 2008. Enmarcado en el torneo, fue quien encabezó las actividades oficiales, e incluso se reunió con la presidenta Michelle Bachelet.

"Chile ha demostrado su capacidad para ser un anfitrión de primera categoría al que se podría considerar para cualquier otra competición de la FIFA", era la forma del entonces secretario general de la FIFA para congraciarse con las autoridades nacionales.

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