La silla que inspira a Torres del Paine

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El aparato, cuyo valor asciende a US$ 8 mil, pertenece al parque y permite apoyar el turismo adaptado en la zona. Este sábado un menor con epilepsia refractaria, junto a su familia, cubrirá el popular circuito "W".




Vanesa Salazar (31) recibió en sus brazos a un bebé normal. Su primer hijo, Nicolás Páez (11), nació a las 38 semanas de gestación y hasta los seis meses no presentaba comportamientos atípicos. "Ahí nos dimos cuenta que Nico, en comparación a los niños de su edad, no se sentaba, no tomaba cosas, no le llamaba la atención su entorno", asegura Vanesa.

Nicolás fue diagnosticado entonces con un retraso sicomotor en desarrollo y, tras un electroencefalograma, con el Síndrome de West, una patología que derivó en una epilepsia refractaria que le impide caminar y hablar con normalidad. "Él crece físicamente, pero para nosotros sigue siendo un bebé", agrega Vanesa, quien junto a su esposo trabajan en un banco de Punta Arenas.

Su historia se entrelazó con otra. A fines de 2016, un joven tetrapléjico se convirtió en pionero en el Parque Torres del Paine, de la XII Región. Álvaro Silberstein (31), radicado en California, se inspiró en los sistemas de los parques estadounidenses y decidió cumplir un sueño en Chile. Junto a 12 amigos creó la ONG Wheel The World y recorrió el famoso circuito "W", de este recinto, con una silla de ruedas que había sido utilizada para subir a la base del Everest. La compraron junto a la Asociación de Hoteles y Servicios Turísticos de Torres del Paine (Hyst), por US$ 8 mil.

Inspirada, Vanesa mandó a confeccionar una mochila ergonómica para su hijo y se comunicó con Álvaro para gestionar algo similar: un recorrido con Nicolás, que se completará este sábado 14 de enero junto a 15 miembros de su familia, incluido su hermano menor, de 7 meses.

La Hyst quedó con la silla de ruedas especial a su disposición y ayudó a Vanesa con las reservas, el alojamiento y el contingente de voluntarios para eltrekking.

Sebastián Gómez, presidente de la asociación, afirma que Álvaro avisó por teléfono que una mamá y su hijo de Punta Arenas querían revivir la experiencia: "Él nos canaliza la información sobre quién necesita usar la silla". El servicio es gratuito, para impulsar el turismo adaptado.

"No es seguir mi ejemplo. Ellos siguen sus motivaciones", afirma Álvaro, quien aconseja a la familia de Nicolás para la expedición: "Debe ir bien abrigado por el frío, con una buena carpa impermeable y que las personas que empujan la silla no se crean Superman. Si se cansan pueden generar caídas", agrega.

A las siete de la mañana de ese día se iniciará el trayecto con Nicolás en la silla de ruedas -que funciona con cuatro personas sosteniéndola como una camilla- hasta alcanzar el sector de ascenso del circuito. Luego será su padre quien lo cargará en la mochila ergonómica para completar el último tramo, cerca de las seis de la tarde. "Me lo imagino y se me paran los pelos", cierra Vanesa.

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