Las relaciones de Maduro con la Iglesia alcanzan su nivel más bajo

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Durante años la jerarquía católica jugó un rol de moderador entre el régimen chavista y las fuerzas opositoras. El fracaso del diálogo, el fallo del Tribunal Supremo sobre la Asamblea Nacional y la nueva ola de protestas cambiaron el clima.




Las relaciones entre la Iglesia Católica venezolana y el gobierno de Nicolás Maduro parecen ir en franco deterioro. Algo que quedó graficado la tarde del miércoles cuando chavistas y opositores se enfrentaron al concluir una misa encabezada por el arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Savino, poco antes de que se iniciara la procesión del Nazareno de San Pablo, en el centro de la capital venezolana, en el marco de la Semana Santa.

La pelea, que incluyó algunas agresiones contra Urosa, se originó -según algunos medios y agencias de noticias- luego de que el cardenal pidiera en su homilía a los feligreses elevar sus súplicas para pedir a Jesús que "ayude a resolver nuestros conflictos de manera pacífica y democrática", una frase que hizo que algunos de los asistentes respondieran con consignas de "libertad", mientras que otros pronunciaron gritos a favor del gobierno.

Todo eso en un clima de efervescencia y creciente polarización, con protestas y manifestaciones casi diarias de la oposición, que ya incluso han dejado cinco muertos. Por lo mismo el mismo cardenal Urosa condenó pocas horas antes la "criminalización" de las protestas y exigió al gobierno procesar a los civiles armados que atacan a los manifestantes opositores. "Es importante que el gobierno entienda que la gente tiene derecho a manifestarse y que está molesta por una serie de problemas", como la escasez, la pobreza, la delincuencia, declaró el arzobispo caraqueño.

Durante los años del chavismo, la dirigencia de la iglesia si bien tuvo fuertes encontronazos con Hugo Chávez y otros funcionarios, apostó por el entendimiento con la oposición. Así es recordada la actuación del arzobispo de Mérida Baltazar Porras durante el fallido golpe de Estado de abril de 2002. Cuando Chávez aún estaba detenido solicitó la presencia de Porras -quien fue creado cardenal en 2016- como garante de su vida y de la de sus ministros. Eso no impidió que ambos se enfrentaran en los años siguientes.

"La Iglesia Católica se ha mantenido en las mediciones de opinión como una de las instituciones más respetadas por los venezolanos. Ese respeto generalizado se puede interpretar como que la Iglesia ha procurado cultivar un mensaje y una actitud no polarizados ni polarizadores, que atiendan a todos los venezolanos y que oriente en momentos de protestas, como los muy agudos de 2014, 2015 y de este momento", explicó a La Tercera la analista política venezolana, Elsa Cardozo.

Sin embargo, el clima comenzó a deteriorarse tras el fracaso del dialogo impulsado por el Vaticano. "Esa mesa ha sido manipulada", dijo Porras en marzo. Luego, con la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que le quitó las atribuciones a la Asamblea Nacional, medida que luego fue revertida, la Conferencia Episcopal Venezolana emitió un duro comunicado donde llegó a sugerir la rebelión contra el gobierno. "Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas", señalaron.

Y el estallido de las nuevas protestas, gatilló las declaraciones del miércoles del cardenal Urosa. Según Cardozo, "el deterioro de las relaciones del gobierno con la Iglesia va al mismo paso que el de sus relaciones con la mayoría del país. En ese contexto, tanto las sentencias del TSJ como la ola de protestas, han colocado a la Iglesia ante la ineludible responsabilidad de contribuir a atender la emergencia social y a difundir su voz orientadora en apoyo a reclamos legítimos y a su conducción democrática".

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