Lo mejor y lo peor de Viña 2014

Se acabó la versión número 55 del Festival, y este es nuestro resumen: grandes shows, malos horarios y una animadora que fue de menos a más, entre otros.




EL SHOWMAN RICKY MARTIN

Un fuego artificial para comenzar el festival: el show del puertorriqueño fue efectivo, mezcla de sus baladas de corazón latino y sus hits de disco anglo, a lo que se suman bailes, luces, vestuario de primer nivel, y una serie de secuencias escénicas con aires de Broadway. Justamente lo que se necesita, se sueña y se agradece en Viña.

EL ENCANTO DE LAURA PAUSINI

Lo que demostró la italiana, celebrando sus 20 años de carrera arriba del escenario, fue justamente eso: experiencia. Voz perfecta, dominio, encanto y una banda de ejecución impecable, incluso para quienes pueden encontrar que todas sus canciones son iguales. ¿Y quién se puede resistir a corear La soledad?

LA REINA ANA GABRIEL

La soberana del rating de este Festival fue la mexicana; al parecer, tras dos décadas de ausencia, el "Monstruo" -las maduras fanáticas que entonan sus canciones de amor y desamor como gritos de batalla- la echaba de menos. Su espectáculo, donde aún impone su vigorosa voz, fue la mayor muestra de química emocional entre un artista y el público.

LA MADUREZ DE GEPE

Quizás para los organizadores del Festival -que no lo consideraban suficientemente fuerte para cerrar la noche- fue una sorpresa, pero el show de Gepe, siempre bailable, se sintió como una graduación del cantante. Su dúo con Juanita Parra, un acierto, y la puesta en escena con bailarines, un bienvenido exceso.

EL REENCUENTRO DE LA LEY

La primera presentación de la rejuntada banda en suelos chilenos entregó uno de los momentos más emotivos de la semana: el homenaje al fallecido Andrés Bobe -aunque faltó ahí material de apoyo visual, para ayudar al público no fanático a entender las referencias- o el discurso de Zeta Bosio en honor a Cerati y la posterior interpretación de Crimen hicieron que en la Quinta al público se le pararan los pelos. Eso sí es televisión bien hecha.

UN CÁLIDO ROD STEWART

El traje azul, el baile y una puesta en escena con coristas con lentejuelas moviéndose al ritmo del soul. Puede que ya no cuente con el mismo aguante que antes, pero Rod Stewart se mostró cálido con el público de la Quinta, apelando a los mayores tics de su personaje, y su cancionero de hits es entusiasta e histórico. Una maldad hacernos escuchar la canción de su (bella) hija, pero aparte de eso, un número anglo del estilo al que ha apostado Chilevisión, que ayuda a una parrilla que ilusiona con buen nivel.

EL DOMINIO DE ARANEDA

En su cuarto año animando el Festival, Rafael Araneda, por fin, se vio relajado y al mando. Lo ayudó ser él quien llevaba de la mano a su compañera, Carolina de Moras, en vez de estar peleando por el micrófono como los años anteriores, con Eva Gómez. Y el detalle de salir a entregar antorcha a Yandar y Yostin en la fatídica noche eterna del Festival, en camisa, pasadas las cuatro de la mañana, para que lo viera el público de la Quinta pero no las cámaras, ya que se habían terminado las transmisiones, sólo demuestra profesionalismo.

EL AIRE FRESCO DE JORGE ALIS

Con un show de inspiraciones stand-up, puede que el contenido del humor del argentino Jorge Alis no sea el más nuevo, pero en la entrega está el gusto: en comparación con humoristas buenos para la mueca y el remate fácil, Alis se sintió como comedia con cerebro.

EL BRILLO DEL ESCENARIO

Aunque mucho se puede escribir del número de leds, del expertise internacional del equipo tras las luces y el sonido de este año, lo cierto es que la Quinta Vergara se veía, simplemente, preciosa. Esta especie de Concha Acústica del futuro realzó cada show -particularmente los de Ricky Martin y Rod Stewart- y ayuda al Festival a convertirse en el show del primer mundo que quiere llegar a ser.

HORARIOS IMPRESENTABLES

¿Cómo puede ser que los organizadores no se den cuenta, o no se inmuten, de que todos los días el Festival dure hasta las cuatro de la mañana o más? No ayuda al rating, no ayuda a los artistas, deja fuera de cosas buenas al público -pocos deben haber visto el entusiasta show de Fito Páez, o Pájaros de fuego, una rareza dentro del show de Los Tres-. Señores directores de Chilevisión: nos deben horas de sueño.

EL INSALVABLE RUDDY REY

El humor musical es un riesgo -a no ser que tu nombre sea Stefan y tu apellido Kramer- y el humorista viñamarino abrió los fuegos, ante un público en llamas con la salida de Ana Gabriel, con canciones en cuya letra estaba el chiste; imposible de entender, tampoco divertido. Amateur.

EL RELLENO DE YANDAR Y YOSTIN

Los reggaetoneros pasarán a la historia como los que salieron a las 4 a.m., tocaron media canción al aire, y en vivo repitieron tres veces. Lo más grave es que era una crisis evitable: ya hablamos del mal cálculo con los horarios, y números musicales baratos y de relleno tienen que existir mejores.

EL BAJO NIVEL DE LOS LOCOS DEL HUMOR

Fomes. Ofensivos. Justamente lo que no queremos del humor en Viña.

LA HORRIBLE COMPETENCIA INTERNACIONAL

De verdad, en todo el amplio mundo, ¿no hay mejores composiciones ni intérpretes para presentar en nuestro escenario más importante? Ritmos plásticos, voces amateurs, y coreografías y letras dignas de kermesse escolar.

Antorchas y gaviotas: sacar a $ 100.

LA PRUEBA DE CAROLINA DE MORAS

El domingo se vio nerviosa. Tampoco la ayudó el "vestido-gate": las críticas al diseño de Karyn Coo. Pero con su cumpleaños, De Moras, quien tuvo el buen juicio de ver en Araneda a un guía y no competencia, fue mejorando, con una naturalidad que iba empatando con su falta de experiencia al minuto de improvisar, de hacer los pases con el coanimador o de enfrentarse a imprevistos. Con el inglés frente a Rod Stewart se lanzó a la piscina y emergió victoriosa, y ya para cuando bailaba al ritmo de la Sonora Palacios, estábamos en presencia de una nueva regalona de Viña.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.