Señor director:

Agradezco los halagos de la carta de ayer del profesor Eduardo Sabrovsky, aunque me desconciertan un poco los débiles supuestos históricos y el ánimo campañero de las preguntas que les siguen.

No puedo darle la razón cuando, en vez de reconocer que la violencia contra los mapuches ha sido una obra sustentada por la ignorancia, el desinterés y el oportunismo de todos los bandos políticos, trata de imputársela exclusivamente a la derecha.

Distorsiona, además, el pensamiento de Mario Góngora, como si no fuera un historiador profesional planteando una tesis, sino un operador político. Desconoce que fueron algunos liberales los que se opusieron -en nombre de la propiedad privada- al despojo de los mapuches por parte del Estado (tan fetichizado por nuestra estatista izquierda), y el Partido Conservador uno de los primeros en llevar representantes mapuches al Congreso. Ignora, por último, que la dictadura cultivó buenas relaciones con amplios sectores mapuches, lo que le valió a Pinochet ser nombrado "Ulmen Futa Lonco" el 89, hizo que la región de La Araucanía fuera la única donde ganó el "sí" el 88, y significó a la UDI por décadas mayorías en esa zona.

Sabrovsky, por otro lado, parece creer, ingenuamente, que el positivismo racista del siglo XIX y el desarrollismo materialista del XX han sido patrimonio exclusivo de la derecha, y no el trasfondo ideológico de todos los bandos.

Por mi parte, estoy seguro de que izquierdas y derechas razonables pueden y deben trabajar juntas -creando una tensión virtuosa- por mejorar Chile. Así como winkas y mapuches, que también los hay de todos los colores políticos. Para lograrlo se requiere un apego pragmático a los hechos del pasado y del presente, cultura de diálogo público, reconocimiento mutuo, moderación política y muchísima humildad. Yo trabajo desde donde puedo y con las fuerzas que tengo, en ese sentido, e invito al profesor a hacer lo mismo.

Pablo Ortúzar Madrid

Director de investigación IES