Montaje de Romeo y Julieta en un asilo de ancianos es alabado en Inglaterra
La original versión del clásico de Shakespeare tiene a dos protagonistas, de 76 y 66 años, respectivamente.

La tragedia de Shakespeare Romeo y Julieta ha sido llevada a los barrios de Nueva York con Amor sin barreras, pero debe de ser la primera vez que se representa como una historia de amor entre dos ancianos en un asilo geriátrico.
Y la idea funciona, a juzgar por los elogiosos comentarios de la crítica británica, que, en esta producción del teatro Old Vic titulada Juliet and her Romeo, de Bristol, destaca sobre todo el trabajo de los dos veteranos protagonistas: Michael Byrne, de 66 años, y sobre todo Siân Phillips, que hace una convincente y conmovedora Julieta a sus 76 años.
Últimamente se ha visto también a la gran actriz Judi Dench a sus 75 años actuando con un burro en la deliciosa comedia de Shakespeare Sueño de una Noche de Verano, de Peter Hall, en el Rose Theatre, de Kingston (Londres).
En el caso actual, lo sorprendente es lo poco que ha tenido que cambiarse en el guión original para convertir la popular tragedia shakespeariana en torno a un amor juvenil, en un estudio del amor entre dos personas ya en el ocaso de sus vidas.
Aparte del prólogo, que sitúa la acción en un moderno asilo de ancianos, casi todo el resto es fiel al original shakespeariano.
El autor de esta ingeniosa producción, Tom Morris, que se ha basado en una idea de Sean O'Connor, transforma el feroz antagonismo entre Capuletos y Montescos de la tragedia original en una pugna entre dos grupos de ancianos.
Los Montescos son los pobres, que se han gastado todos sus ahorros para obtener una cama en un dormitorio común, mientras que los Capuletos son ricos que disfrutan de su propia habitación independiente y tienen un seguro médico privado.
Los dos enamorados se enfrentan a los intereses egoístas de los jóvenes: entre ellos, la hija de Julieta, que presiona a su madre para que se case con el rico Paris, un viejo chocho que se pavonea por el asilo exhibiendo una medalla en el pecho y con un ramo de flores en la mano.
Cuando estallan las hostilidades entre los dos grupos, las armas utilizadas no son las espadas, como en la obra original, sino que, como es propio de un asilo, la pelea se resuelve a bastonazos.
Los decorados de Tom Pye reflejan con precisión el frío ambiente de un asilo, con sus médicos, a los que interpretan jóvenes actores.
Si algo parece funcionar menos bien, sin embargo, es la segunda parte de la obra, porque, como señala hoy un crítico, no resulta demasiado convincente que, cuando Romeo asfixia a Teobaldo con un almohadón, el castigo equivalente al destierro del joven a Verona en el original se limite a su expulsión del asilo.
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