PSU dos veces al año
<div>La intención de que la PSU pueda rendirse más de una vez al año es una alternativa adicional, que permitiría disminuir la presión de un solo momento anual, pero cabe monitorear sus efectos.</div><div><br></div>

EL ESCENARIO de ingreso a la educación superior ha sufrido modificaciones en el último tiempo. Cambios que se venían estudiando desde hace varios años y que se relacionan con la necesidad de generar un espacio más justo en relación con la espantosa desigualdad del sistema educativo chileno, en el que una parte importante de los estudiantes que egresan de cuarto medio de la educación pública (particularmente, los llamados "vulnerables") no consiguen los puntajes PSU que supuestamente deberían lograr dadas sus calificaciones escolares. Por ejemplo, NEM de 6,5 y PSU de menos de 450 puntos.
Desde la época del ex ministro Lavín circula la idea de que la PSU se rinda más veces en el año, con el fin de dar oportunidades a aquellos que en primera instancia no obtuvieron los resultados requeridos y evitar la "pérdida" de otro año en espera de la prueba.
Con matices, lo cierto es que en la base de la problemática se encuentra un sistema educativo que no da oportunidades reales a los jóvenes de nuestro país, menos aún a aquellos que estudian en colegios técnico-profesionales, ya que la PSU no considera las características curriculares de dicha modalidad. Por tanto, cuando un estudiante decide ingresar a un establecimiento de estas características es como si él mismo se pusiera obstáculos a futuro. En ese sentido, el ranking es un criterio que permitiría a algunos jóvenes que estudiaron todo lo que les enseñaron, e igual no les alcanzó, ingresar a la educación superior vía bonificación.
Dado este escenario, la intención de que la PSU pueda rendirse más de una vez en el año es una alternativa más, que permitiría disminuir la presión de un solo momento en 12 meses. Sin embargo, es necesario monitorear y ver sus efectos en el mediano plazo, al igual que la incorporación del ranking para el proceso 2013, con el fin de tomar decisiones sobre la base de resultados concretos y fortalecer (o no) dichos cambios.
Una de las mayores dificultades de estas modificaciones es que la información que se entrega no baja en forma efectiva a los estudiantes y sus familias. En algún lugar, entre lo oficial y los jóvenes, se produce un atasco que es necesario resolver, con el fin de que las decisiones que se tomen sean con toda la información en la mano. En este sentido, también entra el sistema de becas, créditos, costos y beneficios a los que tienen derecho los egresados.
Desde una mirada adulta, muchos aducen que los jóvenes no saben lo que quieren hacer con su futuro. Tal vez es bueno darle la vuelta al tema y preguntarse por qué no lo saben. Quizás porque los encargados de comunicar no han sabido hacerlo y han generado una incertidumbre difícil de manejar para los futuros egresados y sus familias.
En definitiva, sería esperable que un país como el nuestro, "orgulloso miembro de la Ocde", pudiera gestionar de mejor forma un proceso que abarca a más de 200.000 jóvenes, que esperan información concreta respecto de qué caminos seguir al egreso de la educación media que, aunque no sea la decisión definitiva, es relevante para empezar a construir futuro.
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