El sábado, en la final de la Supercopa alemana, la atención estaba puesta sobre un chileno: Arturo Vidal, el ex volante de Juventus que debutaba en el Bayern Munich. Sin embargo, quien terminó celebrando fue otro nacional: el defensor del Wolfsburgo, Ricardo Rodríguez. El zaguero es menos conocido por los aficionados criollos, pero en Alemania (y en toda Europa) ya es una celebridad. Al punto que su imagen es una de las que recibe a los aficionados en el ingreso al Volkswagen Arena, el flamante estadio en que su escuadra se adjudicó el duelo entre el campeón de Copa y el campeón de la Bundesliga.

Cuando su nombre suena por los altoparlantes del recinto, la ovación es rotunda. La multitud corea su apellido. Incluso le perdonan los problemas para controlar a Arjen Robben en el choque sabatino. Lo aplaudieron cada vez que pudo superar -o al menos controlar- al holandés. Llegó al club en 2012 y firmó por cuatro años y medio. Hoy, es el dueño de la banda izquierda de la defensa y, además, una de las principales armas de la ofensiva de su equipo, gracias a la precisión de su pegada. De hecho, es el dueño de las pelotas detenidas desde ese sector del campo.

En el inicio del encuentro con La Tercera se muestra algo reacio al diálogo. Se excusa en que tiene poco tiempo, porque, obviamente, es una de las figuras más requeridas por los medios teutones. Su ánimo cambia, sin embargo, cuando el interlocutor le habla en castellano y con un acento que, posiblemente, le recuerda a Marcela Araya, su madre chilena, quien lo acostumbró a comer cazuelas y empanadas, dos de sus platos favoritos.

Se detiene y lo primero que pregunta es si sus palabras se leerán en Chile. Al escuchar una respuesta positiva, su semblante cambia. De hecho, envía a uno de sus colaboradores a gestar un encuentro privado, un mano a mano, que se desarrolla en el estacionamiento del recinto, donde ya casi no queda más gente. Se vuelve más cercano y se interioriza acerca de su país, como lo define repetidamente en un español algo rústico, pero perfectamente entendible.

Rodríguez, hijo de madre chilena y padre español, nació hace 22 años, en Suiza. Por eso tiene triple nacionalidad. Comenzó su carrera en el FC Schwamendingen en 2001. Un año más tarde se unió al FC Zurich y comenzó el ascenso en su carrera. Debutó en el primer equipo con 17 años, en 2010. Meses antes había sido citado en un partido por la ronda preliminar de la Champions League, frente a NV Maribor. Sus hermanos Roberto y Francisco también juegan fútbol. El último también decidió defender a la Selección helvética, pese a un primer sondeo de los colaboradores de Jorge Sampaoli. Eso sí, hasta ahora sólo ha jugado a nivel juvenil.

Ricardo es la estrella, en todo caso. Más tarde justificará a su hermano menor y explicará por qué tomó la misma determinación. Por qué se puso la camiseta roja de Suiza y no la del país sudamericano que tanto quiere, pero que todavía conoce sólo por fotografías, videos y las historias que le relata su mamá.

“Yo siempre pensé en jugar por Chile. Hablé, también, con varias personas. Pero nunca me llamaron para jugar por la Selección. Yo estaba en Suiza, jugando en Zurich y, al final, sólo vino a buscarme la selección suiza”, justifica. La decisión parece acertada, al menos a nivel de resultados. En 2009 fue campeón mundial Sub 17 y cinco años más tarde integró el combinado adulto que afrontó el Mundial de Brasil, en el que jugó cuatro partidos.

Después de ver a Chile como campeón de América, ¿No se arrepiente de haber preferido jugar por Suiza y no por la Roja?

Yo quería jugar por una Selección, porque sabía que me iba a ayudar para cambiar de equipo, para dar un salto en mi carrera. Pudo ser Chile. Yo quería jugar por Chile, pero sólo vino Suiza y por eso los elegí. Chile no vino. Nunca un técnico de Chile me llamó para que jugara por la Selección.

Usted luce una bandera chilena en el zapato. ¿Se siente chileno?  ¿Siguió a la Roja, en la Copa América, por ejemplo?

Seguro que miré la Copa América. Me gustó el fútbol que mostró la selección chilena en ese torneo. El equipo nacional lo hizo muy bien. El Mundial que había realizado Chile también había sido muy bueno. Y que ahora haya ganado la Copa, sin dudas, servirá bastante. El de Sampaoli es un buen equipo. Llevo en mis zapatos las banderas de Chile y España, porque soy de allá. Me siento identificado con mis países. Mi madre es chilena y mi padre, español. Mi sangre es de allá.

¿Qué le llamó la atención de la selección chilena en ese torneo?

Me gustó mucho como equipo. Uno los veía jugar y notaba que querían ganar. Todos sus jugadores lucharon hasta el fin y merecieron ganar, porque jugaron muy bien en la Copa América. Estuvo muy bien por ellos, porque se lo merecieron.

¿De acuerdo a su gusto futbolístico, hay algún jugador de la Selección al que destaque por sobre otros por su rendimiento en la Copa?

Me gustan los jugadores chilenos, porque son buenos todos, pero no tengo alguno preferido. Yo miro a Chile porque soy de allá. Lo hacen bien como equipo, porque todos son muy buenos jugadores.

Su hermano Francisco estuvo en la mira del cuerpo técnico de la Selección, pero también desechó la opción de vestir la camiseta de la Roja.

Porque era muy joven. Aún tiene tiempo. Puede ser que, cuando lo llamen otra vez, lo vuelva a pensar. Quizás pueda jugar para Suiza el Sub 21 y después pueda cambiar su decisión. Él tiene el tiempo. Y si le ofrecen nuevamente la posibilidad de jugar por Chile, tiene que volver a pensarlo. Después, verá cuál es la mejor decisión para él y su carrera.

¿Usted tuvo la posibilidad de conocer Chile?

No, pero pienso hacerlo muy pronto. Tengo muchas ganas de conocer el país, porque mi madre tiene mucha gente conocida allá. Voy a hacerlo, se lo digo con seguridad. Voy a conocer Chile, porque tengo muchas ganas.

En Chile, mucha gente vio el partido del sábado, fundamentalmente por el debut de Arturo Vidal en el equipo de Guardiola. Algunos, quizás, se enteraron recién en ese momento de que usted, otro chileno, estaba en el campo de juego...

Me pone muy feliz que Arturo esté hoy aquí. Y es bueno haberlo enfrentado y que sirviera para que la gente en Chile me conociera. Ya estuvo con el Leverkusen y ahora vuelve con el Bayern. Para él, vendrá muy bien. Es un buen jugador. Hoy (el sábado), tuve la posibilidad de conocerlo. Hablamos y me pareció que es un buen tipo.

¿De qué conversaron?

Bromeamos un poco. Nos reímos mucho. Hablamos un poco de cómo estoy yo acá y él allá. Y nada más. Pero fue un rato agradable.

¿Qué tan importante fue, para usted y para Wolfsburgo, haberle ganado al Bayern?

Me pone muy feliz haber ganado esta Copa. Era un partido muy duro. Los dos equipos jugaron muy bien y, al final, en los penales, es un poco de suerte. Me pone contento haber ganado, es un logro importante para el club.

Está en un club importante en Alemania, pero no es de los principales animadores a nivel internacional. ¿Qué le falta para dar el salto de calidad en Europa?

Todo futbolista aspira a un salto mucho más grande aún. Ahora estoy aquí, feliz. Pero puede ser que en un año o en un mes, no sé, quizás pueda cambiar de equipo. Cuando eso se produzca, lo voy a pensar, porque todos los futbolistas lo hacen.

Hace poco, su nombre sonó en el Real Madrid. De hecho, su imagen fue la portada del diario Marca...

Como le digo, todo futbolista aspira a una oportunidad mayor. Se verá con el tiempo.

La colonia chilena en la Bundesliga comienza a crecer. Ya están, además de Vidal y de usted, Marcelo Díaz, Miiko Albornoz y Gonzalo Jara. ¿Lo hace más interesante?

Hay muchos chilenos. No sé por qué vienen muchos acá ahora. Me imagino que es porque la liga chilena es buena, está creciendo. Es buena la liga alemana y es un lindo lugar para jugar. Todos los estadios están siempre llenos, la gente disfruta de los espectáculos. Es atractivo jugar en Alemania.

¿Tenía ganas de dar una entrevista para Chile?

Muchas, quiero que me conozcan más en Chile, el país de mi madre y también el mío.