Sodano pide un Papa con cualidad pastoral y cónclave se inicia con "humo negro"

A partir de hoy están contempladas cuatro votaciones diarias -dos en la mañana y dos en la tarde- hasta que se elija al nuevo Pontífice.




Y, por fin, humo. Una multitud de paraguas, cámaras y celulares llevaba casi una hora esperando en la Plaza de San Pedro. A las 19.44 horas de Roma (15.44 de Chile), la chimenea de la Capilla Sixtina lanzó humo negro al cielo ya oscuro de Roma. Los focos iluminaron como si fuera de día el techo triangular que se eleva a la izquierda de la cúpula de Miguel Angel: aquella chimenea discreta es la protagonista de todas las miradas del mundo desde que, en la tarde de ayer, los 115 cardenales electores se encerraron tras la puerta de madera de la capilla para elegir al sucesor del renunciado Benedicto XVI. Mientras dure el cónclave, los purpurados mantendrán una absoluta privacidad, y aquella señal de humo será la única forma en la que se comunicarán con el mundo. Cada día, votarán cuatro veces: dos por la mañana y dos por la tarde.  Cada dos votaciones, se queman los sufragios. Hasta que no aparezca el "humo blanco", la Iglesia Católica seguirá sin un líder. Aunque era bastante previsible que la primera "fumata" fuese negra, un resoplo de decepción recorrió la Plaza de San Pedro entre los turistas y peregrinos que esperaban.

Unas tres horas antes, un millar de personas se había acercado a las dos pantallas instaladas en los costados de la explanada vaticana para asistir a las ceremonias de arranque del cónclave.

Una procesión de cantores, prefectos y asistentes que llevaban la cruz y las velas acompañó a los cardenales en una breve procesión desde la Capilla Paulina hasta la contigua Sixtina. Las vestimentas color rojo vivo, en contraste con el aire gris y húmedo delante de la basílica; los santos invocados con su nombre en latín, y los himnos eclesiásticos que emanaban por los altavoces, sumergieron la Plaza de San Pedro en una atmósfera solemne. Tras este momento de oración, cada uno de los votantes se arrimó a los evangelios abiertos en el centro de la capilla para jurar que votará por la persona que esté más calificada para guiar el barco de San Pedro.

Después, el maestro de ceremonias, monseñor Guido Marini, dijo con voz clara y fuerte: "¡Extra omnes!" (todos afuera), señal para que en la capilla se quedaran sólo los purpurados con derecho a voto (menores de 80 años).

El día fue largo por los rituales previos al cónclave, realizados durante siglos y modificados en las sucesivas constituciones apostólicas, la última de las cuales -Universi Dominici Gregis- data de 1996. Por la mañana, los cardenales participaron en la misa para la elección del Papa. Una celebración de una hora y 40 minutos, en la cual hubo lecturas en latín. Los 180 presentes se apostaron alrededor del altar mayor de San Pedro; el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, presidió la ceremonia. "El Señor nos conceda un Pontífice que desempeñe con corazón generoso la noble misión de la caridad", dijo en la homilía, donde llamó a la "unidad" de la Iglesia.

Había mucha expectación sobre las palabras que pronunciaría, pues fue Sodano quien hasta el lunes guió las discusiones previas al cónclave que mantuvieron los cardenales reunidos en el Vaticano. El escuchó las necesidades y preocupaciones expuestas respecto al futuro de la Iglesia. Su homilía, pronunciada en italiano, acabó trazando el perfil del próximo Papa. Bajo la cúpula donde destaca el verso "Tú eres Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", su sermón pareció desear un Papa pastor, empeñado en la "misión de misericordia". Los escándalos de los sacerdotes acusados de pedofilia y los documentos filtrados que pintaban una Curia atormentada y demasiado terrenal ("Vatileaks") también centraron las congregaciones previas. Sin embargo, más que un Papa que reforme el gobierno central y sepa limpiar la imagen de la Iglesia, Sodano pareció indicar que la institución necesita a un líder que intente frenar la pérdida de vocaciones y fieles. Pues la caridad cristiana "no es sólo solidaridad o ayuda humanitaria -recordó, citando la misa de Miércoles de Ceniza de Benedicto XVI-. La verdadera obra de caridad es la evangelización".

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