A 40 años del ensayo histórico de Mario Góngora



Por Hugo Herrera, profesor titular de la Facultad de Derecho UDP

Este año se cumplen cuarenta desde la publicación del Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Usualmente los autores reconocen la importancia de esta obra, a la que se ha comparado con La fronda aristocrática de Alberto Edwards.

Tres aspectos del libro merecen a esta altura ser destacados. Primero, la tesis central sobre el Estado como conformador de la nacionalidad. El paso que va desde grupos humanos ligados a una tierra pero con identidades dispersas, hacia una nación en el significado de un colectivo con maneras de pensar y de sentir compartidas, ha sido en Chile obra, entiende Góngora, del Estado. Es allí que se ubicaron las capacidades institucionales que tallaron eminentemente el elemento humano entre nosotros. Durante dos siglos, la universidad y las escuelas, las fuerzas armadas y la burocracia, fueron perfilando modos extendidos de actuar y comprender, que se asentaron de manera honda en grado suficiente como para que se pudiese hablar de un pueblo o nación, con una cierta entidad, variable pero discernible, y, durante el siglo XX, con consciencia cívica.

Segundo, entiende Góngora que la comprensión política se sitúa entre dos polos: uno más abstracto, de las ideas y discursos políticos, y otro más concreto o de la situación; y que una comprensión política adecuada exige atender a ambos, las ideas y la realidad, las doctrinas y la situación. En este sentido se entiende su crítica a las “planificaciones globales”, maneras fundamentalmente abstractas de considerar el mundo y a partir de las cuales se lo intenta conformar. La última de ellas es el neoliberalismo, de Friedman, ingresado a Chile en connivencia con el Gremialismo de la subsidiariedad, entendida por Guzmán en un sentido acentuadamente abstencionista. Entonces, algo crujió en Chile.

Esto nos lleva al tercer aspecto del Ensayo: el neoliberalismo es responsable, detecta Góngora, no solo de ponerle atajo al descalabro económico de la Unidad Popular. Además, las ideas de un individuo como entidad extrañamente anterior al Estado (como si pudiesen existir seres humanos conscientes antes de la comunidad política), del mercado como el modo ideal de interacción social y del Estado como ente que ha de circunscribirse a aquello que los privados no estén en condiciones de hacer, condujeron, en su época, al desmantelamiento de esa institución.

Puesto que es ese Estado el responsable de la conformación y sostén de la consciencia cívica y la nación, su crisis tenderá a coincidir con una crisis nacional. A ese desmantelamiento se debe lo que Góngora entiende como un deterioro de la consciencia cívica de los chilenos, y una descomposición de los lazos y características que permitían hablar de un pueblo en sentido político.

Aunque el Ensayo no se agota en la predicción, puede decirse que con él Góngora se adelantó cuarenta años a su tiempo.

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