A cuatro años de las tres causales



Por Rosario Corvalán, integrante Área Legislativa Comunidad Y Justicia

Hoy se cumplen cuatro años desde que el proyecto de ley de legalización del aborto en tres causales entró en vigencia. Sí, legalización; porque las cosas son lo que son, y no lo que se dice que son. Algunos dirán que no es de legalización, sino de despenalización, pues, de hecho, así se llama la ley. Pero, en realidad, lo que hace esta ley no es solo remover la sanción penal del delito de aborto en ciertas causales específicas (eso sería despenalizar), sino que regula un derecho al aborto en tres causales, legalizándolo y legitimándolo, pues actualmente hay 5 prestaciones de salud exigibles al Estado, como el aspirado manual endouterino. Eso, evidentemente, no es una mera despenalización.

¿Qué se dijo para lograr la aprobación de esta ley de aborto en tres causales? Que eran casos excepcionales, especialmente difíciles. ¿Qué se dice ahora para lograr la “despenalización” del aborto hasta las 14 semanas de gestación? Que es un derecho de toda mujer decidir si abortar o no, sin tomarse la molestia de especificar por qué este supuesto derecho tendría un límite en las 14 semanas del feto.

Es curioso que se usen argumentos distintos y casi opuestos para defender un mismo acto: las tres causales se peleaban con la bandera de la excepcionalidad, logrando incluso que las causales de riesgo de vida de la madre y de inviabilidad fetal no tengan límite de edad gestacional: o sea, estos casos serían tan complejos, que se podría abortar sin tener en consideración la edad del feto (por lo tanto, hasta que el menor tenga 40 semanas). Por otro lado, hoy para defender la ley de aborto sin causales, hasta la semana 14, se dice que esas son las recomendaciones de organismos internacionales, y que hasta la semana 14 la madre puede decidir con completa libertad.

Lo que está detrás es ir negando paulatinamente, para que no choque tanto al sentido común, el carácter de persona del niño que está en el vientre o, al menos -y peor aun-, evadir dicha discusión, como si no fuera el asunto central.

Y, nuevamente, por la vía de cambiar los nombres de las cosas, se nos intenta convencer de que este proyecto es de despenalización. En efecto, el tenor literal del proyecto elimina la sanción penal del aborto hasta las 14 semanas… pero basta mirar la fundamentación del proyecto de ley para ver que lo que se busca es que haya derecho al aborto (o sea, que este se legitime). Esto se ha visto también en discursos de parlamentarias y activistas (o parlamentarias activistas), que han dicho que el aborto tiene que ser libre, seguro y gratuito. Por poner un solo ejemplo, ya el año 2015 la Corporación Miles reconocía que “despenalizar sin más, no satisface ninguno de los elementos que se han tenido a la vista para, precisamente, despenalizar el aborto”.

Las palabras son importantes, pero jamás tendrán el poder de modificar la realidad. Así, podrán dejar de decirle “niño” al niño, decirle “despenalización” a una legitimación, o “interrupción del embarazo” a un aborto, pero ello no cambiará una fuerte verdad: hoy en Chile hay una ley que da derecho a matar niños, y el actual proyecto de aborto libre hasta las 14 semanas pretende ampliar este derecho.

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