Abuso sexual y adversidades tempranas en Chile



Por José Andrés Murillo, María Pía Santelices, James Hamilton, Eduardo Valenzuela, Guillermo Marshall y Carolina Muñoz.

El centro de investigación del abuso y la adversidad temprana, CUIDA, de la Universidad Católica y Fundación para la confianza realizó la primera Encuesta Nacional de abuso sexual y adversidades en la niñez en nuestro país. Este estudio establece el porcentaje de chilenos y chilenas que fueron víctimas de abuso sexual y de otras adversidades o violencias antes de los 18 años, y, además, compara la salud mental y física entre quienes fueron víctimas de abuso y quienes no lo fueron. Gracias a esta encuesta hoy sabemos que un 18% de los adultos en nuestro país fue víctima de abuso sexual físico en su niñez. Esta cifra aumenta al 22% al inculir también el abuso sexual sin contacto físico, que puede ser tan traumático como el con contacto. Es decir, casi 1 de cada 4 chilenos y chilenas fue víctima de abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Por otra parte, se estableció que una persona que fue víctima de abuso sexual tiene más del doble de posibilidades de sufrir depresión, cuatro veces más ideación suicida, ocho veces más posibilidades de autolesiones suicidas. Más aún, quienes declaran haber sido víctimas de abuso, también reportan el doble de migraña, dolor crónico, obesidad, trastornos del sueño, entre otras. Por último, las víctimas reportan significativamente más consumo de alcohol y drogas, y exposición a la violencia, siendo tanto víctima como victimario.

Después de conocer los resultados de esta encuesta podemos preguntarnos si no estaremos abordando solo los síntomas de un profundo malestar social, y no sus causas. Si bien no se puede establecer una relación causal, sí queda a la vista que quienes fueron víctimas de abuso reportan, además, más violencias sufridas en la niñez, y en la actualidad, más problemas de salud mental, salud física y menor sensación de bienestar general. Esta investigación entrega una hoja de ruta para enfrentar la violencia social de manera estructural sin quedarnos solo en sus síntomas. El camino, sin duda, es el de la prevención de las adversidades tempranas, especialmente del abuso sexual, así como la intervención oportuna, adecuada e integral para las víctimas. Prevención e intervención en temas de niñez requieren de decisiones políticas de largo plazo con institucionalidad y presupuesto suficientes, que actúen en base a evidencia y eficacia. Este, tal vez, es el mayor desafío de nuestra sociedad, y como academia y sociedad civil, queremos ser parte de quienes lo enfrentamos.

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