Acuerdo migratorio



SEÑOR DIRECTOR

La intención por parte del Estado de Chile de abstenerse de formar parte de un Acuerdo Migratorio, ha captado la atención de la prensa, las redes sociales y por qué no decirlo, la calle. Lo mismo sucedió en menor medida con la educada maniobra frente a la firma de Escazú.

Al parecer, el gobierno se ha dedicado a la feliz tarea de dar pan y circo antes que dar una lógica de política de Estado en términos de política exterior.

Nos retrotraemos a un esquema de triste subordinación, o peor aún, de anulación, de la política exterior bajo los cortoplacistas vaivenes de la política doméstica.

¿Es que volvimos sin darnos cuenta al período 1990-1994? Ya no tenemos enclaves autoritarios. Ni tanques amenazantes. Ya no debemos rezar por la democracia… ¿o sí?

Nuestra deuda, es hacer un sistema democrático robusto e igualitario. Ajustado a las demandas y desafíos contemporáneos. Refugiarse en una ignorancia malentendida de la soberanía y el nacionalismo no ayuda, por cierto, a la evolución de una agenda de temas que aborden los problemas de un país que enfrenta el desarrollo.

Menudo papelón hacemos ante nuestros socios internacionales al borrar con el codo lo que hemos negociado con la mano. A nuestra historia, le hacemos el daño de no ser capaces de ver que la política exterior no es un juguete de las encuestas, sino uno de los pilares y bastiones más importantes que revela lo que somos y lo que queremos. Como se dice en otros lados, un respeto.

Pía Lombardo

Académica Instituto de Estudios Internacionales U. de Chile

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