Alta prevalencia de informalidad laboral

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En el último Informe de Política Monetaria, el Banco Central alertó sobre la posibilidad de que la tasa de desocupación bordeara los dos dígitos a comienzos de este año. Desde ahí en adelante, las cifras oficiales en materia de desempleo son esperadas y la última entrega del INE no fue la excepción.

Según el ente estadístico la tasa de desempleo para el trimestre octubre-diciembre fue de 7%, la que se ha mantenido estable desde el inicio de la crisis social y que marca un aumento de solo 0,3 puntos porcentuales en relación a igual periodo de 2018. Hay que recordar que, según los criterios internacionales que utiliza el INE para clasificar a alguien como desempleado, para entrar en esta categoría la persona no debe haber efectuado ninguna actividad remunerada por al menos una hora en la semana anterior a la encuesta y además debe haber hecho alguna gestión para encontrar empleo. En caso contrario, es clasificada como empleado -si realizó alguna labor remunerada de al menos una hora- o fuera de la fuerza de trabajo, si la persona no realizó gestiones para encontrar un trabajo.

¿Quiere decir esto que la crisis no ha tenido impactos en el mercado laboral? La propia encuesta del INE parece desmentir esta idea. Antes que evaluar la tasa de desempleo -que por definición es poco volátil- es necesario monitorear otros indicadores que pueden graficar mejor el impacto de la crisis en el empleo. Uno de estos indicadores es la tasa de informalidad, que el INE calcula desde septiembre de 2017 siguiendo las recomendaciones de la OIT. Es sintomático que por primera vez desde que se mide la tasa de informalidad alcanzó el 30,4% -la informalidad femenina llegó a 31,9%-, lo que implica que la totalidad de empleos que se están creando en la economía chilena son informales. Esto por cuanto el empleo total registró un incremento que equivale a la creación de 82 mil nuevas plazas, pero los empleos informales aumentaron en 88 mil, esto porque en paralelo el empleo formal se redujo en el equivalente a seis mil puestos de trabajo.

Los datos administrativos también refuerzan los efectos de la crisis social en el empleo, tal como se observa en el fuerte aumento que han registrado los despidos bajo la causal de necesidades de la empresa. Una parte importante de estos trabajadores puede haber pasado a la informalidad y por lo tanto no aparecer en la encuesta del INE como desempleados.

Todo lo anterior refleja que no hay que minimizar los efectos económicos asociados a la convulsión y su proyección para este año y el próximo. Del equipo económico -incluyendo el Ministerio del Trabajo- se esperan actitudes que eviten la autocomplacencia cuando las cifras aparentan ser más favorables. Lo que esconde la tasa de desempleo agregada es que cientos de miles de familias han sufrido la pérdida de sus empleos formales y deben intentar generar ingresos en trabajos de alta vulnerabilidad y escasa protección social. Es tarea del equipo económico diseñar medidas para evitar que esta situación siga profundizándose.

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