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Imagen PROTESTAS EN PALZA ITALIA 25 DE OCTUBRE846
25.10.2019 LA MARCHA MAS GRANDE DE CHILE 25 DE OCTUBRE FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA


El gobierno anunció una serie de proyectos de ley destinados a agravar las penas de los delitos asociados al vandalismo, cerró un acuerdo tributario con los senadores de oposición y convocó al Consejo de Seguridad Nacional. Todo para enfrentar la crisis que, desde hace tres semanas, tiene virtualmente paralizado a nuestro país. Cada medida puede ser analizada en su mérito, pero también en cuanto representan el accionar de una administración y de la institucionalidad democrática que no se paraliza, que sigue ejerciendo sus funciones.

En cuanto al mérito es indudable que hay discrepancias, a algunos no les gustan los incrementos de penas casi por principio; a otros les pareció innecesario y equivocado el llamado al Cosena, partiendo por algunos de sus propios miembros; a mí, en lo personal, no me gusta el contenido del acuerdo tributario. Pero es evidente que con cada uno de ellos el Presidente de la República está buscando un camino de salida a la aguda crisis, expresando una voluntad de cambios que intenta equilibrar la satisfacción de demandas cuya expresión ya está desbordada en algunos casos o amenaza desbordarse, en otros.

En tiempos de crisis los irresponsables maximizan sus pretensiones; las personas sensatas, en cambio, las moderan. Por eso, cuando priman los primeros, las tensiones se agudizan y el conflicto escala, generalmente arrastrando todo cuanto hay a su paso, bastante experiencia tenemos los chilenos de ello, pero es evidente que muy poco hemos aprendido de los dolores pasados.

Más allá de lo que haga el gobierno y el sistema político en su conjunto, hay un factor esencial e indispensable para superar de manera positiva el momento presente: asumir que la situación actual es insostenible sin destruir el país y, por ende, que ya no existe marcha o manifestación que pueda calificarse de pacífica. Mientras existan dirigentes políticos o sociales, periodistas o comunicadores que, en los medios de comunicación, celebren y den legitimidad a encuentros cuyo resultado inevitable es la violencia, nada de lo que se haga producirá resultados.

Por supuesto, no estoy proponiendo que dichas manifestaciones sean reprimidas, es exactamente al revés: como estoy consciente que no pueden -ni deben- serlo, es que considero indispensable que dejen de ser alentadas y celebradas. A estas alturas es un acto de hipocresía que insulta la inteligencia, "apoyar las manifestaciones pacíficas y repudiar la violencia". Esas manifestaciones "pacíficas" son el contexto que permite y alienta la violencia.

Aquí falta un gran anuncio, que debe provenir de toda forma de liderazgo y rol social: repudiaremos toda conducta que no contribuya de manera directa a recuperar la convivencia pacífica.

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