Apertura del Congreso: un debate de ideas no de formas

Segunda sesión especial Senado


Por Catalina Pérez, presidenta de Revolución Democrática

Chile atraviesa un momento de profunda crisis de representación producido por la incapacidad del sistema político institucional de responder a las necesidades de las personas. Esa incapacidad tiene varias fuentes y respuestas, y exige redefinir nuestra democracia con una mirada plural y diversa. La inclusión de paridad de género, escaños para pueblos indígenas y disminución de barreras a independientes para integrar el Congreso son algunos de los mínimos en este debate y es a lo que precisamente apunta nuestro proyecto para mejorar la representatividad parlamentaria.

De forma mayoritaria, la independencia ha sido reivindicada liberalmente como un valor per se, abundando perfiles de Twitter de diputados “independientes” como el de Pepe Auth, al igual que candidatos presidenciales independientes como Alejandro Guillier de partidos de Unidad Constituyente, que cabe destacar, hoy critican nuestra iniciativa. Con ello, se ha buscado tomar distancia de cualquier forma de organización política, entre ellas, los partidos, erigiéndolos como los culpables de la mala política chilena. Este enfoque resulta conveniente para quienes prefieren la crítica a la forma de organización para evadir el debate de fondo: las ideas que sus partidos políticos han defendido por 30 años y la debilidad de nuestra democracia, cuando es secuestrada al servicio del interés de unos pocos.

La vacía reivindicación liberal de la independencia tiene otra posibilidad: reconocer la agrupación de otros proyectos políticos colectivos, críticos del sistema, más allá de los partidos como forma de organización; y profundizar la diferencia, ya no solo respecto del instrumento partido, sino respecto de las ideas y acción política de algunos de ellos. Eso es lo que justamente, en lo que respecta a independientes, permite nuestro proyecto, al bajar las barreras de ingreso y facilitar su actuación colectiva mediante la generación de pactos y subpactos entre ellos y con partidos.

Y es que la existencia de ideas en común, de identidades, relatos, de historias, no es algo privativo de los partidos y ellos no pueden ser, por tanto, la única forma de entrada al ejercicio de la representación. Los partidos son instrumentos al servicio de la participación política, no un obstáculo para ella. Esto, por supuesto, abre la cancha de la disputa del poder y moviliza el miedo de quienes no quieren perderlo.

Se han planteado distintas críticas al proyecto que, por cierto, pasan por alto grandes valores de este, como la paridad, los escaños reservados para pueblos indígenas y la consideración de grupos excluidos, como personas trans o en situación de discapacidad. Varias de estas críticas apuntan a la dificultad de construir confianzas en proyectos políticos cuando se trata de independientes, obviando que hoy militar en un partido tampoco ha dado garantías de coherencia, o que independientes también pueden representar ideas colectivas.

Criticar y reevaluar la forma del ejercicio de la democracia es justamente la mejor forma de protegerla. Estamos conscientes de que es necesario fortalecer los partidos, somos uno de ellos, pero eso no puede ser a punta de defensas corporativas, limitando la participación de quienes tienen otras formas de organización. Nosotros tomamos la decisión de transformar nuestro proyecto político en un partido, otros con las mismas ideas optaron por otros instrumentos de organización. El Congreso debe parecerse más al Chile real y lo que separa aguas no son las formas, sino las ideas.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.