Bonus track de incertidumbre

Octubre_25-Elecciones


Las crisis políticas en Sudamérica del 2019 nos han testado un bonus track de incertidumbre que ha sobrevivido al cambio de almanaque. Las protestas en Chile, el cierre del Congreso en Perú y la caída de Evo Morales en Bolivia, han legado comicios imprevistos hace menos de medio año. Se avecina un miniciclo electoral de resultados inciertos, debido a la debilidad propia de los actores políticos. Mellados en sus legitimidades sociales, estos actores participarán en la resolución electoral de las respectivas crisis, aún sin saber cómo abordarlas.

En Chile, el plebiscito nacional del 26 de abril será el primer episodio de, al menos, una trilogía de contiendas electorales que podría marcar el derrotero de una épica nacional o drama perpetuo. Si bien la mayoría de partidos y movimientos "aprueban" una nueva Constitución, ello no garantiza conexión real con la ciudadanía movilizada. La situación no asoma con mejora para el futuro octubre, cuando conjuntamente con la consulta municipal se elijan a los miembros constituyentes (si los resultados lo ameritaran). Queda un largo trecho de incertidumbre hasta el plebiscito "de salida" y hasta la renovación presidencial en el 2021, cuando las calles y las urnas se alternarán protagonismo.

En Perú, las elecciones congresales extraordinarias del 26 de enero, que reemplazarán el Parlamento disuelto por Vizcarra el pasado 30 de setiembre, parecen signadas por la indiferencia ciudadana. Por un lado, ninguna agrupación política supera con creces el 10% de intención de voto, a menos de un mes del sufragio. El viejo y trajinado Acción Popular, sin figuras notables en la contienda, y el desprestigiado fujimorismo encabezan las magras preferencias. El previsible alto porcentaje de votos inválidos (los nulos y blancos podrían superar un tercio de los emitidos) favorecerá a estas enjutas minorías, sobrerrepresentándolas en la repartición de escaños congresales. Se asoma otro Legislativo de baja legitimidad social.

En Bolivia, sin fecha de comicios, el tablero de ajedrez electoral aún no termina de componerse. Morales va perdiendo ascendencia dentro del MAS, mientras Andrónico Rodríguez, leal al huidizo expresidente, encabeza las encuestas de intención de voto con el 23%. El campo anti-MAS tiene el desafío de montar alternativas que trasciendan la animadversión a Evo. Carlos Mesa (21%) y Luis Fernando Camacho (13%) tampoco pueden asumirse como los representantes de la "revolución de las pititas". La débil vocación democrática de los extremos políticos, desde el gobierno interino y hasta el MAS recalcitrante, incrementan la incertidumbre.

Los sustentos sociales detrás de las crisis políticas -movilización social y/o desafección político-, no parecen canalizarse satisfactoriamente a través de las urnas. Paradójicamente, el miniciclo electoral que se avecina en estos países, pudiese lacerar nuestra fe en la democracia representativa como mecanismo para reconstruir confianza entre la gente y la política.

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