Botones nucleares y otros desafíos

Foto: Archivo


El año internacional se inició con dos mensajes de enorme gravedad. Por una parte, el líder norcoreano Kim Jong Un afirmando que "todo Estados Unidos está al alcance de nuestras armas nucleares y hay un botón nuclear siempre en mi escritorio". Donald Trump, fiel a su estilo, respondiendo que también tiene un botón en su escritorio, pero "más grande y poderoso".

No nos confundamos, no se trata solo de retórica. Es uno de los momentos más graves para la estabilidad mundial en mucho tiempo. ¿Cómo no recordar el "equilibrio del terror" y la tesis de la "destrucción mutua asegurada" que dominó la Guerra Fría? Es una amenaza a la paz, que depende de la activación de un "botón nuclear" por el líder absoluto de un régimen dictatorial, y de la voluntad del presidente de la mayor potencia militar, aunque en este caso, por lo menos, su decisión está sometida a protocolos y controles para evitar actitudes atrabiliarias.

Las dos Coreas se han acercado en los últimos días, a pretexto de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur, en un diálogo que tiene poca proyección más allá de los gestos amables. Se podría pensar que Kim ha aceptado conversar porque busca "bypasear" a Trump. No olvidemos que éste ha condicionado todo a que Kim desista de su programa nuclear. China es clave, pero no se alinea con Estados Unidos, dada su confrontación comercial bilateral y en la OMC. El papel de Europa es casi inexistente, sumida en la reafirmación del proyecto de integración, y tensiones como las migraciones, los nacionalismos y separatismos emergentes, el Brexit, el desempleo, la incertidumbre política en Italia y Alemania.

Dos elementos más: las relaciones de EE.UU. con Rusia son "pobres", según Rex Tillerson, ignorando así la urgencia de entenderse con Putin para la crisis Siria y tener su apoyo en las Naciones Unidas. Y la grave decisión de Trump sobre Jerusalem, cuyas consecuencias están por verse, aunque son predecibles.

Hay otros factores de preocupación, especialmente para los países menos adelantados: el cambio tecnológico de la "Cuarta Revolución Industrial", analizada a fondo en Davos la semana pasada, que puede llevar nuevas formas de marginalidad internacional; la precariedad del crecimiento económico; la "posverdad" en las redes sociales como instrumento para desestabilizar los procesos políticos; el terrorismo del ISIS y los "lobos solitarios"; la violencia y degradación generada por el narcotráfico; la corrupción en distintas partes del mundo; el cambio climático; la generalización de los desastres naturales.

Un mal manejo del escenario global, puede hacer saltar por los aires décadas de esfuerzos por construir un mundo más seguro. En el año del 70 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, la comunidad internacional debe fortalecer el sistema multilateral y reconducir las relaciones por los cauces de la paz, la cooperación y el desarrollo. En este contexto, Chile tiene que jugar su rol como actor respetado en el sistema. Es un desafío para la Cancillería -que entra en un proceso de modernización- y en especial para el nuevo ministro.

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