Buena política

Piñera
Piñera recibió este jueves en La Moneda a los presidentes de ambas cámaras del Congreso. Foto: AgenciaUno


Ha sido frecuente que nuestros presidentes se quejen amargamente cuando una oposición que es mayoría en el Congreso rechaza algunas de sus iniciativas. En el caso de Arturo Alessandri, en su primer gobierno, su rabia lo llevó a calificar a los detractores de sus reformas en el Senado como la "Canalla Dorada". Años después, Jorge Alessandri también reclamaría contra lo que consideraba la falta de cooperación del Congreso (aunque, por supuesto, sin la cruda vehemencia de su padre). El mismo Eduardo Frei Montalva no escatimó críticas contra la suma de derechistas, izquierdistas y radicales que le hacían difíciles las cosas desde el Senado (recuérdese su molestia cuando, sin razones de peso, esa mayoría peculiar le negó el permiso para visitar Estados Unidos). Salvador Allende, enfrentado a un Parlamento adverso desde el día uno, también reclamó contra los congresistas.

El descrito es un desafío complejo. Los tres primeros presidentes de la democracia reconquistada en 1990 (Aylwin, Frei y Lagos) tuvieron que trabajar con un Senado donde la presencia de los senadores designados le daba mayoría a la derecha. Estos gobernantes nunca dejaron de criticar la figura de los senadores designados. Mientras no lograron su supresión, sin embargo, más que dedicarse a la guerra contra los obstruccionistas, buscaron formas de avanzar en sus programas a través de acuerdos con la oposición. Este camino sin duda implicó que, desde el punto de vista de la aspiración concertacionista, muchas de las reformas aprobadas quedaran cortas. No obstante, y por 20 largos años, la ciudadanía reconoció con su voto el valor de muchos de esos consensos.

El Presidente Piñera vuelve a enfrentar el desafío de gobernar sin mayoría en el Parlamento. A diferencia de lo ocurrido en la época de los designados, la actual mayoría opositora es el fruto legítimo del voto popular. El mismo día 19 de noviembre de 2017 en que la suma de Piñera y Kast logró 44,6% de los votos, la derecha se quedó con 72 de los 155 diputados y 20 de los 43 senadores (46,5% de la Cámara y del Senado). Y ese 55,4% que votamos en primera vuelta por los candidatos presidenciales de centro izquierda e izquierda, nos quedamos con el 53.5% de las bancas tanto en la Cámara como en el Senado.

Por momentos ha parecido que alguna gente del gobierno adoptaba la estrategia de Vizcarra en Perú (fuego incesante, y maniobras discutibles, contra una institución parlamentaria cuestionada en su prestigio). Ese camino es peligroso. No estoy diciendo, por supuesto, que el gobierno no pueda criticar a la oposición. Mi punto es que, a ocho meses que empiece la larga temporada electoral 2020-21, no parece buena idea seguir poniendo el foco en las quejas (o las amenazas con ir al TC). Si se quiere en serio aprobar la reforma de pensiones, la modernización tributaria y las leyes sobre infancia, el gobierno tiene que atacar menos y dialogar más.

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