¿Cámara Única?

SEÑOR DIRECTOR

La ciudadanía acordó por amplia mayoría sustituir el texto de la Constitución de 2005 publicada bajo el gobierno del Presidente Ricardo Lagos. Ello se hará a través de una Asamblea Constituyente elegida democráticamente. Hasta ahora hay un solo tema que es parte de la discusión de fondo y que ha sido planteado por algunos de los candidatos(a): la conformación del Congreso Nacional, esto es, si tendrá una Cámara y un Senado o solo una Cámara Única. Con un argumento absolutamente falaz ciertos (as) postulantes dicen que es mejor una Cámara Única, pues con ello se ahorraría el gasto que irroga la existencia del Senado. Este argumento, que me resulta ridículo, desafortunadamente aparece como popular o, mejor dicho, populachero.

Si se toma en cuenta el costo de funcionamiento del Senado ante la suma que significa el gasto total del Estado, su eliminación es como iniciar la economía doméstica suprimiendo el chocolate del loro. Si se analiza a los estados democráticos y unitarios la gran mayoría posee dos cámaras, lo que entre otras cosas da la posibilidad de contar con una Cámara de Diputados con un rol eminentemente político, y con un Senado poseedor de facultades sustantivas para el adecuado funcionamiento del país. El Senado, que suele tener el rol de Cámara Revisora en la formación de la ley, constituye y ha constituido un órgano capaz de separar la paja del trigo en cada una de las iniciativas de ley y así obtener una mejor legislación.

Existen algunos países democráticos y unitarios que han caído en el falso argumento de la economía y han establecido una Cámara Única. Quizás el caso más significativo es el de Perú. El resultado ha sido que en dicha Cámara se ha asentado la discusión política propiamente tal, lo que ha llevado al país a una verdadera anarquía. En el actual período presidencial de cinco años ya van tres presidentes. Por ello allí son muchos los que reclaman volver al sistema bicameral. Por favor señores y señoras constituyentes, no pretendamos que la ciudadanía fume opio. A larga hace mal.

Demetrio Infante Figueroa