El cambio climático y la sombra

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Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, también en nuestro país. Lluvias torrenciales en el altiplano del Norte, con efectos devastadores sobre poblados y ciudades; ola de calor intenso en el Sur y temperaturas que rompen el record histórico en Valdivia, Osorno, Puerto Montt y Puerto Natales, causando además inmensos incendios forestales.

Frente a esta amenaza ambiental, real y palpable, lo primero que se viene a la mente es terminar con los combustibles fósiles, cuyo uso ha creado la mayor parte del problema con sus emisiones nocivas. Pero esto no es viable en el corto o mediano plazo, sino en varias décadas más. Mientras tanto, para evitar las altas temperaturas y los grandes calores asociados a ellas, se podría recomendar que la gente se ponga a la sombra, como una simple medida paliativa. Claro que esta recomendación no soluciona el problema de fondo producido por el calentamiento global.

Pues bien, mientras el mundo se adapta, se pone de acuerdo y toma medidas más profundas y necesarias que dicen relación con nuestros hábitos de consumo, algunos científicos de la Universidad de Harvard han decidido experimentar precisamente con la sombra. Este proyecto es liderado por Frank Keutsch y un grupo de colaboradores; partiendo de la base que la sombra es artificial y que por ende puede ser creada, pretenden realizar un experimento como prueba de principio. Éste consistirá en esparcir desde unos globos aerostáticos, y a 20 kilómetros de altura, pequeñas plaquetas de 100 gramos de carbonato cálcico. El carbonato de calcio está en la roca caliza, en el mármol, en el nácar de las conchas, y en nuestros huesos. Disuelto en agua constituye el popular bicarbonato.

El carbonato de calcio es blanco como el nácar, y eso lo hace ideal para reflejar la luz del Sol y devolverla al espacio sideral. Un objeto negro absorbe todas las frecuencias de la luz, y una plaqueta blanca las refleja todas, es decir las devuelve al Sol. Su dispersión en las capas altas de la atmósfera podría funcionar como una gigantesca sombrilla o quitasol, que reduzca la cantidad de fotones solares que llegan a tierra y, eventualmente, baje la temperatura media del planeta. Las investigaciones de laboratorio confirman esta idea, ahora falta que el experimento en la estratósfera funcione, para así sacar conclusiones científicas sobre la posibilidad de ayudar a enfriar ciertas zonas específicas de la Tierra.

Si nos convencemos de que el cambio climático va a incrementar la pobreza, la desigualdad y la calidad de vida de las siguientes generaciones, nuestra obligación será reducirlo con las mejores herramientas que nos brinde la ciencia. Incluyendo este tipo de experimentos, y otros, que la inventiva humana pueda imaginar.

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