Certificado de muerte

Bachelet
Bachelet y Maduro en el Palacio de Miraflores, el 21 de junio. Foto: AP


"En la mayoría de los casos, se sometió a las mujeres y a los hombres detenidos a una o más formas de tortura o trato o pena cruel, inhumana o degradante, como la aplicación de corriente eléctrica, asfixia con bolsas de plástico, simulacros de ahogamiento, palizas, violencias sexuales, privación de agua y comida, posturas forzadas y exposición a temperaturas extremas."

Tétrica descripción, casi idéntica a los horrores que miles de hombres y mujeres de izquierda vivieron en las cárceles de Pinochet, pero que en este caso corresponde al informe evacuado por el Alto Comisionado de la ONU para los DD.HH., en el cual se describe la realidad que viven los detenidos políticos en la actual dictadura venezolana.

En una palabra, el documento conocido esta semana es simplemente una lápida, una sentencia de muerte para cualquier pretensión de absolver el infierno en el que hoy viven los venezolanos; prolija descripción de horrores y crímenes de lesa humanidad, del colapso económico y la destrucción de las instituciones democráticas, generados por la acción deliberada y sistemática de un régimen corrupto. Y para desgracia de los cada día más escasos partidarios de la tiranía de Maduro que aún quedan en Chile y en el mundo, este certificado de defunción no es obra ni del "imperialismo" norteamericano ni de la derecha internacional, sino que lleva la firma y la garantía moral de Michelle Bachelet.

¿Qué sentirán los dirigentes y parlamentarios del PC, del PS y el Frente Amplio, al observar que el destino terminó colocando en el "legado" de Bachelet un informe que oficializa la barbarie que muchos de ellos aplauden, silencian o, al menos, relativizan? ¿Tendrán algo que decir los que hace no mucho tiempo soñaban con sancionar en Chile el negacionismo de los crímenes de Pinochet, ahora que "su" expresidenta los desnuda a ellos en su propio y vergonzoso negacionismo frente al drama de otro pueblo?

Porque ni siquiera ese último recurso usado por sus defensores para justificar la tiranía de Maduro -situarla en el contexto de la agresión económica extranjera-, quedó en pie. En efecto, de manera categórica en el punto 27 del mencionado informe se señala que "la economía venezolana, especialmente su industria petrolera y los sistemas de producción de alimentos, ya estaban en crisis antes de que se impusiera cualquier sanción sectorial", es decir, no habrían sido las sanciones aplicadas en los últimos meses en contra de la cúpula oficialista las causantes de la debacle económica y de la crisis humanitaria, como alega la dictadura de Maduro.

Al final del día, este informe no es solo una sentencia de muerte para la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI, la documentada constatación de los horrores, la corrupción y la ineficacia de una dictadura, sino también para esa izquierda psiquiátrica que hasta hoy la sigue defendiendo, justificando o relativizando. Y el bello detalle es que la firma de esta bien documentada defunción moral de ambas, la puso nada menos que Michelle Bachelet.

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