Chile 2020: instituciones y liderazgos

Diputados de oposición celebrando, en julio pasado, la aprobación del proyecto que permitió el retiro del 10% de los ahorros previsionales.

El año que terminó estuvo marcado por la pandemia, y en nuestro país, adicionalmente, por un proceso de degradación política e institucional cuyo alcance cuesta dimensionar. Como una mala resaca del fin del 2019, el año pasado fue uno de los peores que recordamos. Esto pese a que nuestro país, dentro de todo, ha logrado sortear con relativo éxito la seria amenaza del Covid-19.

Chile logró evitar la muerte por falta de atención de nuestro sistema de salud, por la excelente gestión en la compra de ventiladores y el funcionamiento integrado de la salud pública y privada. Así, mientras potencias como Italia y España sufrieron el drama de la última cama, con miles de personas muriendo en sus casas o residencias para ancianos sin atención, en este rincón del mundo, que algunos idiotas siguen llamando el país más desigual del mundo, nada de ello ocurrió. Hacia fines del año, por otra parte, Chile recibió las primeras dosis de la vacuna Pfizer-Biontech, solamente después de Gran Bretaña y los Estados Unidos, y tiene asegurada la provisión de vacunas para toda su población, por la buena gestión del gobierno del Presidente Piñera.

Pero este logro en materia de salud que el mundo empieza a reconocer, se vio empañado por la constatación de una realidad dolorosa pero presente. La miseria a la que es capaz de llegar el ser humano se manifestó en personas y grupos organizados que, durante toda la pandemia, han estado criticando al gobierno, obstaculizando su labor y mostrando su indisimulable deseo de ver más personas muertas producto de la pandemia.

La miseria moral que hay tras esa actitud fue una suerte de anticipador de lo que sería la política chilena el año 2020. El propósito de demoler nuestras instituciones, violar abiertamente la Constitución y las leyes por parte de ciertos políticos, inundó nuestra política durante el año que pasó. La manera en que destruyen el sistema de pensiones, sin pensar en el sufrimiento que tendrán mañana quienes han visto escurrirse sus ahorros para la vejez en compras navideñas es el mejor ejemplo de ello.

Así terminamos el año e iniciamos 2021 con la esperanza que sea mejor. Pero ello solo ocurrirá si se alzan líderes capaces de poner al país por encima de pequeños intereses y vanidades, y eso no se ve fácil. El 2020 nos deja como excepciones a la regla del populismo, la pequeñez y la cobardía de la mayoría de los políticos un par de casos de excepcional liderazgo. El más notable es el de Jaime Mañalich, quién dirigió con mano de hierro el combate a la pandemia contra los enanos que intentaban derribarlo, para renunciar cuando ya la tarea estaba bien encaminada. Más discreta, pero igualmente valiente ha sido María Luisa Brahm, quien simplemente cumplió su deber en el último fallo del TC, algo que se ve cada vez menos en nuestro país.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.