Chile y el futuro del litio

Plantas procesadoras del Litio en Salar de Atacama


Con el cobre, Chile tuvo la oportunidad de dar el salto desde ser una economía en desarrollo a estar en un nivel superior. Pero fue desaprovechada. Ahora el litio se presenta como una nueva opción de alcanzar el tan esperado desarrollo y, para que aquello se concrete, se requiere el trabajo mancomunado entre el sector público, la industria y la academia. Chile tiene el 48% de las reservas mundiales de litio y la demanda por este mineral en el mercado global sigue creciendo, lo que deja a nuestro país en una excelente posición.

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, en 2011 se requirieron 132 mil toneladas de litio; en tanto, en 2017 se demandaron 221 mil toneladas del mineral; y, se espera que en 2022 se necesiten 505 mil toneladas. Al 2016, el mercado nacional produce 77.000 toneladas de carbonato de litio al año y la clave es no quedarnos en el sitial de economía netamente extractiva, sino que ser capaces de ofrecer un valor agregado. ¿Para qué se utiliza el litio? Dado que se trata de un mineral liviano, con alta capacidad energética, entrega la posibilidad de contar con baterías de un alto nivel de almacenamiento de energía con menos espacio, volumen y peso. Tenemos que dejar atrás la carga histórica que nos ha caracterizado como productor de materias primas y dar el salto hacia el desarrollo. Si bien es probable que no tengamos la capacidad de transformarnos, por ejemplo, en productores de baterías de litio, es perfectamente posible que Chile pueda comercializar internacionalmente el litio transformado en electrodos. Para ello, la vinculación entre la industria y la academia resulta fundamental.

No podemos olvidar que el proceso productivo de este material es bastante deficiente en Chile, ya que solo se aprovecha entre un 30% y un 40% de lo que se extrae y que el resto se transforma en salmueras, que actualmente no tienen una utilidad productiva. A esto se suma la gran cantidad de recurso hídrico que se pierde debido a la evaporación de agua. Los desafíos son complejos, pero no imposibles de cumplir debido a que ya se han dado importantes pasos en materia de innovación, proceso en el que las universidades están teniendo un rol fundamental. Por otro lado, el sector privado está respondiendo y, si bien la inversión en I+D aun es baja desde el sector empresarial, en comparación con los países de la OCDE, es posible avanzar. Y, paralelamente el Estado ha hecho esfuerzos para inyectar recursos y destinar 193 millones de dólares, provenientes del contrato de aumento de cuotas de extracción del Litio de SQM, para la creación del Instituto Chileno de Energías Limpias.

El litio puede transformar sin duda en pilar fundamental para alcanzar el desarrollo económico y, por ello, se trata de un desafío que se debe abordar no solo desde el punto de vista productivo. El desarrollo de capital humano es fundamental para completar una estrategia que apunte a impulsar la industria del litio con una mirada integral. La pregunta ahora es si Chile estará a la altura de esta oportunidad.

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