Chile ganó con la paridad

Pasado el mediodía comenzaron los festejos, cuando el proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados.


La aprobación de la paridad de género en el proceso constituyente se suma a una larga lista de iniciativas que se enmarcan en la lucha de las mujeres por la promoción de la igualdad de derechos. Ese ya es un factor que en sí mismo nos debiese llenar de orgullo. Junto con lo anterior, la aprobación de la paridad tiene otros elementos que la hacen particularmente interesante y marca pauta para el debate constitucional de los próximos meses.

La paridad de género en el proceso constituyente es un triunfo absolutamente vanguardista en la lucha de los derechos de las mujeres. No existe otro proceso constituyente en la historia de la humanidad que haya incluido una norma como la recién aprobada por el Congreso Nacional. En Chile hemos tenido varias discusiones legislativas en las que somos uno de los últimos países en el mundo en regular ciertas materias que son significativas para las mujeres. A modo de ejemplo, fuimos uno de los últimos países del mundo en regular una ley que permitiera el divorcio. Asimismo, cuando discutimos sobre las tres causales, éramos uno de los únicos cuatro países del mundo que prohibía el aborto sin importar la situación en que se encontraba la mujer. En el caso de la aprobación de la paridad para la creación de la constitución, seremos los primeros en adoptar esta medida en el mundo. Durante el debate legislativo y público algunos consideraron que esto era un problema; que la paridad en el proceso constituyente nunca ha existido, y que, por lo mismo, había que poner de inmediato un manto de duda sobre dicha iniciativa. Pero esa reacción nos invita a reflexionar sobre nuestra propia historia, ¿Porqué no podemos ser vanguardistas? ¿Porqué tenemos que esperar a ser los últimos o uno más del montón? Esta aprobación crea un cambio de paradigma tan importante como el día en que dejamos de recurrir a la calculadora para clasificar a los mundiales y, en vez, ganamos dos veces seguidas las Copa América. Se puede hacer las cosas de forma distinta, incluso ser pioneros en ciertas materias, y no hay nada de malo en eso.

La aprobación de la paridad también da pie a otro tipo de reflexión. Tan importante como la aprobación de la paridad en el proceso constituyente, fue la forma en que se aprobó la paridad. Acá tuvimos parlamentarios, en su gran mayoría mujeres, de distintas bancadas, de derecha, de centro izquierda y de izquierda promoviendo esta iniciativa, incluso sabiendo que generaba tensión dentro de sus filas políticas. Creo que corresponde reconocer especialmente la labor realizada por la diputada Marcela Sabat en este sentido. Es decir, acá hubo otro cambio de paradigma. Quedó demostrado que en política se puede escuchar, se puede cambiar de opinión escuchando razones y conectándose con la ciudadanía, y que se puede actuar en forma transversal en el diseño de políticas públicas. Este espíritu, el de escuchar, el de atreverse a ser permeable y a abrir las filas políticas en búsqueda de un fin común, es justamente el espíritu que debería inspirar la creación de una nueva constitución. Es decir, esa capacidad existe y, por lo mismo, tenemos que confiar en que la creación de la nueva constitución puede construirse bajo este paradigma.

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