Chile y Europa: doblar la apuesta

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Por Soledad Alvear, abogada

Chile exhibe una relación estratégica con la Unión Europea (UE) que hoy adquiere más valor estratégico que nunca. En las últimas dos décadas no solo se han producido cambios revolucionarios en la economía, demografía y equilibrios geopolíticos, sino que en la propia pandemia Europa ha jugado un rol de relevancia en el contexto del paquete de medidas de reactivación financiera que los 27 países de la EU acordaron en un hito de mancomunidad histórica que mutualiza una deuda para enfrentar la pandemia de una forma solidaria y contributiva. Esto nos lleva a la conclusión de que Europa jugará un rol en el nuevo orden global que permitirá entregar nuevos patrones de equilibrio para el desarrollo de la humanidad y que hoy son más necesarios que nunca.

En aquello es clave afirmar que nuestra apuesta por Europa es una apuesta comercial pero, antes que eso, política. Chile fue el primer país de Sudamérica en firmar un acuerdo con la UE y el segundo de América Latina. Fuimos precursores en integrar nuestro comercio con Europa, más allá de las fronteras inmediatas, como también lo hicimos en su oportunidad con el Asia Pacífico.

Europa nos ha enseñado, además, que es posible avanzar más allá de los ciclos individuales de los estados miembros y los arrestos de populismos de ciertos momentos políticos. Porque al margen de algunos desvíos en el camino, Europa ha sido capaz de estar a la altura del desafío histórico enfrentando la crisis del Covid con una mirada equilibrada y madura que permite también mayores equilibrios geopolíticos a la hora de apostar por consensos globales.

Así las cosas, Chile enfrenta hoy un proceso de modernización del Acuerdo con la UE que nos permitirá maximizar los beneficios de la cooperación científica y vincular nuestro desarrollo al conjunto de economías que suman el tercer socio comercial de Chile en el mundo y el primer inversionista extranjero en nuestro país.

La apuesta por la UE es también una política exterior responsable por mantener ciertos equilibrios en la relación con las potencias mundiales que hoy tienden a concentrar parte de la tensión política y comercial como es el caso de China y EE.UU. Además, es un ejemplo de liderazgo para el resto de los países de la América Latina, a veces no siempre dispuestos a negociar con Europa considerando sus asimetrías regulatorias y un cierto desfase cultural que les hace más complejo ordenar negociaciones y prioridades para cumplir con los estándares europeos. Las dificultades de permanencia de la Cumbres CELAC -UE han dado cuenta de ello y de la confianza con que la UE responde a socios de valor político y consistencia multilateral como Chile.

Como hace 17 años, cuando firmamos el Acuerdo con la UE, el tiempo nos da buenas razones para renovar confianzas y doblar la apuesta con Europa, conscientes en que de esta crisis saldremos solo creyendo más en el derecho internacional, un comercio global responsable y un nuevo entendimiento para la cooperación solidaria entre los estados.

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