China, una potencia que busca conquistar el espacio

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Al cumplirse cincuenta años de la misión Apolo 11, que llevó a los primeros astronautas a la Luna en julio de 1969 –Neil Armstrong y Edwin E. Aldrin– es imposible no mirar hacia atrás y sorprenderse con los hitos que la Unión Soviética y Estados Unidos hicieron realidad en su intento por marcar su presencia en el espacio.

Sin embargo, la carrera espacial de hoy ya no es la misma de esos años. Básicamente, porque ya no existe una competencia "de vida o muerte" entre Estados Unidos y Rusia, como sí la hubo durante la Guerra Fría. Pero sobre todo, porque hemos visto la aparición de un nuevo e importante actor: la República Popular China, cuyo programa espacial ha logrado conquistar importantes metas en pocos años.

El primer gran hito espacial de esta superpotencia asiática se concretó en 2003, con el despegue del Shenzhou 5, la primera nave tripulada china. En ella viajó el "taikonauta" -que es como se denominan los astronautas chinos- Yang Liwei, quien orbitó la Tierra durante 21 horas.

Luego, en 2005, el Shenzhou 6 llevó al espacio una tripulación formada por Fei Junlong y Nie Haisheng. Y en 2008, el Shenzhou 7 transportó a tres astronautas en una misión que –además– concretó la primera caminata espacial de un taikonauta, la que estuvo a cargo de Zhai Zhigang.

En 2011, China lanzó el módulo espacial Tiangong-1, que al año siguiente recibió a la nave Shenzhou 9, en la que viajó la primera mujer astronauta china, Liu Yang. Y en 2013, China envió al espacio a su segunda taikonauta, Wang Yaping, quien realizó una clase de física para millones de estudiantes chinos (y que visitó Chile en 2014, en el marco de la Fidae).

Pero el programa espacial chino tiene diferentes objetivos y plazos. Así quedó demostrado en 2013, cuando la sonda Chang'e 3 alunizó con éxito, permitiendo que el robot "Yutu" ("Conejo de jade") iniciara su trabajo de exploración, el cual se extendió durante tres años.

Siguiendo con sus planes, en 2016 China puso en órbita el módulo espacial Tiangong-2, que se considera clave para la construcción de su futura estación espacial con presencia permanente de taikonautas. Y en enero pasado, la sonda china Chang'e 4 descendió en el lado oscuro de la Luna, captando imágenes sorprendentes.

Entonces, ¿qué viene a futuro? Una posibilidad sería el desarrollo de algún vehículo espacial reutilizable, en la línea de lo que fueron los transbordadores espaciales estadounidenses. Sobre todo, porque su existencia podría facilitar –y acelerar– la construcción de su propia estación orbital, así como la puesta en órbita de nuevos satélites.

Pero, probablemente, la prioridad de Beijing sea poner a un taikonauta en la Luna, lo que podría ocurrir entre 2025 y 2030. Y aunque Donald Trump ha dicho que Estados Unidos volverá a llevar astronautas a la Luna en 2024, lo más probable es que China llegue antes.

Es que para China participar de la carrera espacial tiene un valor científico indesmentible, pero también es un elemento relevante en términos de prestigio y orgullo nacional. Por eso, al pensar en la actual carrera espacial, ya no debería sorprendernos la creciente presencia de China en este ámbito. Después de todo, siendo una potencia económica, demográfica, militar y diplomática a escala mundial, su próximo gran desafío ya no está en la Tierra, sino en el espacio: la última frontera de China.

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